Iron Maiden es una de las grandes bandas de heavy de todos los tiempos. Como todos los músicos ha visto como se han reducido las ventas de sus discos con la brutal irrupción de la piratería. Pero en lugar de luchar contra el enemigo decidió unirse a él.

Utilizó las webs de música ilegal para saber en qué países se descargaban más sus canciones. Lo normal hubiese sido contratar a una legión de abogados y empezar a poner denuncias. Pero no. Hizo todo lo contrario.

Diseñó su gira de conciertos dando prioridad a aquellos países en los que había más descargas de su música porque eran en donde más fans tenía. El resultado fueron conciertos a rebosar y grandes beneficios en merchandising.

Algo similar está haciendo Joaquín Sabina. Consciente de que la venta de discos ya no funciona como antes y casi no le da ni para comer, meses antes de sacar su nuevo trabajo anunció con un gran plan de marketing su gira de conciertos por España y Latinoamérica. Antes de que saliese su nuevo disco, las entradas para sus conciertos ya están agotadas. Son solo dos ejemplos de cómo los cantantes han tenido que adaptarse al tsunami que supuso la acometida de la piratería.

Tras más de una década de travesía por el desierto, el mercado discográfico español parece salir del túnel, aunque muy despacio. Por tercer año consecutivo, en 2016 aumentaron las ventas de música. Eso sí, crecieron solo un 1,6%, frente al 21% de 2014 o el 6,8% de 2015. Durante el pasado ejercicio, los españoles se gastaron en música 163 millones. Parecen buenas cifras, pero aún están muy lejos de los 600 que se movieron en 2001. Desde ese año y hasta 2014, el mercado discográfico, golpeado por las descargas ilegales, no dejó de caer.

El crecimiento del negocio musical viene impulsado por el sector digital. Por primera vez en la historia, la venta de canciones online y los servicios de música en streaming superaron los 100 millones de facturación y lo que es más importante ya representan más de la mitad del mercado en España: 61% frente al 39% del mercado analógico (CD, vinilos y casetes). Mientras estos últimos siguen su paulatino descenso (22% en el último año), el formato digital sigue su escalada (26% más).

Pero sobre todo destaca la consolidación del streaming (poder escuchar las canciones sin tener que descargarlas). Esta modalidad facturó ya el año pasado 85 millones. La mitad de todo el sector.

El streaming de pago (Spotify, Apple Music, Google Play o Deezer) ya cuenta con más de un millón de suscriptores que se gastaron 62 millones durante 2016. Por cierto, la división es fácil: 62 millones de ventas entre un 1 millón de suscriptores? 62 euros por persona de media.

Hubo quien se aventuró a asegurar que España no iba a ser un buen mercado para la música online, y menos para la música online en streaming, y menos para la música online en streaming de pago. Pues bien. Ya representa uno de cada tres euros que ingresa el sector.

Para entender mejor este comportamiento, un par de datos. Tres de cada cuatro españoles son usuarios de internet. Hace una década eran menos de la mitad. Somos el país con la segunda mayor tasa de penetración de smartphone del mundo. Nueve de cada diez internautas (el cien por cien de los jóvenes) accede a internet desde el móvil. Así que el gran uso de internet que hacemos los españoles unido a que casi todos tenemos un smartphone han provocado que el mercado de música digital florezca en España.