Tengo un amigo que últimamente siempre cuenta la misma historia. Tiene un hijo de tres años que sabe buscar vídeos de Pocoyó con la tablet. Ha descubierto el micrófono y se pasa el día diciéndole "Pocoyó, Pocoyó" para que Google le muestre los resultados. Cuando aparece un vídeo de Pocoyó lo toca con sus deditos y se pone a verlo. "Si es que son nativos digitales", resume el orgulloso padre. Pues no. No son nativos digitales. Estas dos palabras las acuñó el escritor norteamericano Marc Prensky a principios de siglo para señalar a un tipo de estudiantes que eran capaces de aprovecharse de la tecnología porque habían tenido acceso a ella desde que eran pequeños. Con el tiempo, el término se ha desvirtualizado y ahora sirve para meter en el mismo saco a todos aquellos que han nacido a partir de mediados de los noventa y que por haberse criado rodeados de tecnología (ordenadores, tablets, smartphones, redes sociales, internet€) ya saben utilizarla.

Pues no. Que un niño de tres años sea capaz de buscar a Pocoyó en una tablet no le hace ser un nativo digital, sino que el entorno digital se ha simplificado tanto que todo el mundo puede manejar cualquier cacharro.

Seguro que todo el mundo ha visto el vídeo de ese casi-bebé que hace zoom con sus deditos en una tablet. Cuando se la cambian por una revista intenta hacer zoom pero como no sucede nada se enfada.

En YouTube hay multitud de vídeos de monos que utilizan una tablet, pero eso no quiere decir que sepan usarla de verdad.

Y lo mismo sucede con el resto de la tecnología que ponemos al alcance de los más pequeños y que como "son nativos digitales" no nos preocupamos de enseñarles cómo se usa, ni los potenciales peligros que puede tener ni cómo sacarle el mayor partido posible. Ni nos paramos a explicarles cómo se usan sus datos en internet, ni cómo se construye una identidad digital, ni cómo deben proteger su privacidad ni qué tienen que hacer para saber si una información que aparece en internet es fiable o no.

Que hayan nacido en un ambiente rodeado de tecnología no es sinónimo de que sepan usarla. No vienen con la tecnología de serie incluida. ¿Acaso un niño que haya nacido en España ya nace sabiendo castellano? Es cierto que tendrá mucha más posibilidades de aprenderlo que un niño francés, pero aún así nunca le dejaremos que lo aprenda solo, sino que le iremos corrigiendo cada uno de los errores que cometa. Pues con la tecnología sucede lo mismo. ¿Acaso dejaríamos salir a un niño solo cuando es pequeño? No. Se le va enseñando que hay que esperar a que el semáforo se ponga en verde, que no puede andar solo por la calle, que no coja nada de extraños€

El término moderno de nativos digitales, del que el propio Marc Prensky ha renegado, ha provocado mucho daño. Muchos padres han hecho una dejación de funciones como educadores en este campo. La mayoría aduce que no se siente capacitado para enseñar a sus hijos cómo funcionan las nuevas tecnologías porque nadie se ha preocupado de enseñarles. Y razón no les falta. Pero tampoco nadie les enseñó a educar a un hijo y lo hacen.

Educar a nuestros hijos no consiste en dejarlos utilizar la tecnología por su cuenta y riesgo. Debemos estudiar las herramientas e informarnos sobre su uso, explicarles lo que deben y no deben hacer, interesarnos por lo que hacen, con quién se relacionan, qué les dicen, qué hacen€ No para controlarlos, sino para acompañarlos en su educación digital. Cuando sean mayores nos lo agradecerán. Por ahora seguirán buscando vídeos de Pocoyó.