Asegura que la función de los medios es la de actuar como contrapoder para informar rigurosamente a la ciudadanía y la del periodista, ser un mero intermediario. Crítico con quienes usan este trabajo para convertirse en estrellas y consciente de que la profesión ha dado un giro de 180 grados desde que él comenzó su carrera a principios de los años 80, el responsable de El País en Brasil, Xosé Vázquez Hermida, reconoce que el oficio vive una época de "incertidumbre" ante la llegada de las redes sociales o las ediciones digitales, pero se muestra optimista sobre el futuro. "Siempre habrá gente que demande información de calidad", asegura este periodista que ayer recibió el premio José Couso de Liberdade de Prensa que concede el Colexio de Xornalistas y el Club de Prensa de Ferrol.

- ¿Qué se siente al conseguir un premio a la libertad de prensa y que además conceden los compañeros?

-Creo que no puede haber mayor satisfacción que sean tus propios compañeros quienes te otorguen un premio y no una institución o un jurado, con todos los respetos a esos galardones también. Es una gran satisfacción, me siento honrado y un poco abrumado porque entre los premiados anteriormente hay grandes nombres del periodismo a nivel mundial y sinceramente no me considero a la altura. Es un premio especial también porque lleva el nombre de José Couso, una persona no conocida por el gran público y que perdió la vida cuando trabajaba para transmitir lo que ocurría en la guerra de Irak.

- ¿Qué le llevó a dedicarse al mundo del periodismo?

-Realmente no lo sé, pero es cierto que siempre me gustó escribir, leía el periódico y era una persona curiosa, que esto creo que es lo que te empuja a ser periodista. La primera vez que tuve claro qué quería ser supe que era ser periodista. Por circunstancias estudié Filosofía, pero ya en la carrera empecé a trabajar en un periódico, me enganché y hasta ahora.

- ¿Cómo ha cambiado la profesión desde sus inicios hasta ahora?

-Ha cambiado muchísimo; en algunas cosas para bien y otras para mal. A nivel tecnológico hay un abismo: cuando yo empecé, a principios de los 80, hacía solo unos meses que el periódico ya no se imprimía en planchas de plomo. En cuanto al nivel de los periodistas y su formación es mucho mejor en la actualidad que en aquella época. Lo que sí noto es que cuando yo comencé en el periodismo había más frescura, más libertad informativa en los medios, un ambiente más libre que ahora, donde hay más rigidez, todo está más encorsetado debido a cuestiones ideológicas, intereses...

- ¿Los propios periodistas se autocensuran?

-Sí, en los 80 veníamos de la transición y en los medios había ganas de demostrar que estaban con la democracia y de abrazar la libertad de información.

- ¿Cómo debe ser la relación entre periodismo y poder?

-El periodismo consiste en informar rigurosamente sobre las cosas que hacen los que mandan y sobre aquello que los que mandan no quieren que sepan los ciudadanos. En el momento en el que los medios renuncian a ser un contrapoder, a fiscalizar el poder -y con poder me refiero en el sentido amplio de la palabra, a quien ejerce la autoridad- eso deja de ser periodismo. Eso no tiene nada que ver con la linea editorial de un medio, es decir, seleccionar los temas que consideran más importantes, tener una agenda propia, etc.

- Hay quien augura que con las redes sociales, donde cualquier ciudadano puede informar de algo que sucede al instante, los periodistas tienen los días contados...

-No tengo una visión tan pesimista, creo que tienen su lado bueno aunque también veo grandes peligros. Por una parte las redes sociales tienen su lado positivo: hay una interacción con el público que nos corrige, critica, fiscaliza nuestro trabajo y eso nos obliga a redoblar esfuerzos para hacer una información de calidad. Pero sí es cierto que las redes favorecen el dar por verdad cosas que son falsas y crean cierta confusión, cierta algarabía en la que puede que haya gente que no distinga entre lo que escribe alguien en un blog o en un tuit y lo que publica un periodista que ha contrastado la información, le ha dedicado horas... De todas formas creo que siempre habrá quien demande información de calidad.

- ¿Cómo conseguir que la gente sí aprecie la diferencia?

-No sé cuál es la clave, pero el periodista lo que debe hacer es respetar los principios de la profesión y no dejarse llevar ni contagiar por toda ese maremágnum donde cada vez prima más el espectáculo sobre el periodismo.

- ¿En esta era de internet en la que es posible saber lo que ocurre en cualquier lugar en cuestión de segundos, qué papel juega el periodismo local?

-Precisamente creo que el periodismo local resiste mejor que el resto la crisis en la prensa ya que puede que un medio no pueda enviar a alguien a cubrir la guerra de Siria, pero necesita alguien para ir a los juzgados, para cubrir lo cercano. Yo solo entiendo un periodismo. Me da igual que la crónica se escriba desde Washington o desde Cambre, lo que prima es la calidad. Yo empecé en la prensa local y estoy muy orgulloso, es una gran escuela y creo que no va a desaparecer.

- ¿Está el periódico de papel condenado a desaparecer?

-Soy muy escéptico con quienes hacen estos augurios aunque es evidente que los medios tienen que transformarse, ya lo están haciendo, y puede que en unos años la prensa ya no sea de periodicidad diaria... Pero creo que más que el debate sobre papel o digital, la discusión es si información gratis o no en la web porque surgen problemas de financiación al depender solo de la publicidad y no ya de las ventas. No hay una fórmula mágica y yo no me atrevo a vaticinar cómo será la prensa del futuro.

- ¿Qué consejos, por tanto, le daría a un joven que se plantea ser periodista? ¿Debe ser algo vocacional?

-Sí, es una profesión que exige vocación porque tiene una parte dura ya que no vale la rigidez de un horario, vives al albor de la actualidad y se necesita compromiso y dedicación. Les diría que el periodismo no debe entenderse como algo para hacer carrera individual, ser famoso o rico. El periodista no es el dueño de la información sino que ésta es un derecho del ciudadano, el periodista es el intermediario entre la población y el poder.

- ¿No cree que en la actualidad se ha desvirtuado ese papel? Hay periodistas que son verdaderas estrellas mediáticas.

-Sí, en los últimos años se ha agudizado esa situación en donde parece que el periodista es la propia noticia. No quiero decir que el periodista deba ser anónimo, pero es cierto que cada vez más se mezcla, sobre todo en televisión, información con espectáculo y eso es un cóctel explosivo y pernicioso. Se ha creado una especie de establishment que considero nefasto y que lleva a que ya no se distinga si estamos ante una tertulia política, del corazón o deportiva.

- Acaba de trasladarse a Brasil. ¿Es muy diferente allí la profesión?

-Realmente no es muy diferente. Brasil es un país de contrastes, pero los problemas a los que se enfrentan los medios son similares.