Imagina que estás en Facebook. O en Twitter. O en LinkedIn. O en Google+. Sí, hay gente que utiliza esta red social. Y te gusta un titular y lo quieres compartir con tus amigos y/o seguidores. Le das al botón de compartir y, ¡oh, sorpresa! no te deja hacerlo si antes no lees el artículo. Algo que parece muy extraño -distribuir una información sin haberla leído- es más habitual de lo que parece.

Ejemplos hay muchos. ¿Cuántas veces se ha muerto Miliki en Twitter? ¿Y Fidel Castro? ¿O el cantante Luis Miguel? Y todo, por no verificar lo que se comparte.

Hay quién ha hecho experimentos con esta moda de compartir sin leer las informaciones. Un tuitero publicó un tuit con un enlace que estaba roto (no llevaba a ninguna parte) y hubo muchos usuarios que le retuitearon su tuit y hasta le decían, como si lo hubiesen leído, "muy bueno", "estoy de acuerdo", "buen artículo"?

Otras veces no salen las cuentas. Un reciente estudio llegó a la conclusión de que el 14% de los tuits que son retuiteados tienen cero clics y por tanto cero lecturas.

Desde hace unos años vivimos en la sociedad de la inmediatez. Es lo que nos ha traído esta era digital y su ritmo frenético en el que priman los titulares rápidos que llevan a consumir la información de manera superficial en la mayoría de los casos. Cuando se llega a consumir.

Porque pocos de nosotros leemos una información completa. Como mucho el primer párrafo y después vamos escaneando el texto. (Si has llegado hasta aquí sin saltarte ningún párrafo que sepas que no estás dentro de la normalidad).

Esta inmediatez a la que nos hemos subido es lo que alimenta la epidemia de la noticias falsas que vivimos en la actualidad e incita el desparrame del clickbait (titulares irresistibles y con gancho que hacen que el usuario pinche en el enlace). Una de esas últimas noticias falsas fue la imagen de la torre Eiffel iluminada con los colores de la bandera de España que apareció en las redes sociales tras la décima victoria de Rafa Nadal en Roland Garros. Alguien dijo que era en su honor y todo el mundo se lo creyó. La imagen era real, pero correspondía a una campaña publicitaria de Orange para la Eurocopa de 2016 que se celebró en Francia.

Este tipo de noticias falsas no hacen daño, aunque no se puede decir lo mismo de la que apareció durante la campaña electoral de EEUU que aseguraba que el papa Francisco apoyaba a Donald Trump.

Es un trabajo duro, muy duro, y que necesita un gran desgaste intelectual, revisar a qué contenidos le damos like; de qué fecha son las informaciones que compartimos; qué fuentes las publican; quién las firma o, y lo más importante, leerlas antes de compartirlas o comentarlas. Es un trabajo duro, muy duro, en esta sociedad de la inmediatez y de los titulares fáciles e impactantes. Si hasta hay medios importantes que dan por buenas las noticias de El Mundo Today.

Como va a ser complicado que las redes sociales nos hagan leer un artículo antes de darle al like o retuitearlo o antes de comentarlo o compartirlo (perderían muchos usuarios), el futuro pasa por encontrar a esos usuarios que sepamos que siempre comparten buen contenido. Que seleccionan la información antes de enviarla al resto.

En el futuro, la lectura será por recomendación. No es algo raro. Es algo que ya hacemos cuando realizamos cualquier compra por internet. Nos fijamos más en los comentarios (las recomendaciones) de los usuarios que lo que dice el producto. Pero para que llegue esa etapa de los recomendadores de noticias, desafortunadamente, aún falta tiempo.