Lo médicos del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) practican cada año entre 50 y 60 cirugías bariátricas -popularmente conocidas como reducción de estómago- a pacientes con sobrepeso y con riesgo grave para su salud a corto, medio o largo plazo. Se trata de un tipo de intervención que va en aumento. "Cada vez tenemos a más pacientes en lista de espera para operarse o dentro del circuito previo (consulta de cardiólogos, endocrinos, psiquiatras, etc...) para ver si necesitan esta intervención", reconoce el jefe de Cirugía General del hospital coruñés, José Noguera, quien admite que este incremento se debe "a que la obesidad es la epidemia del siglo XXI".

Los expertos resaltan que la reducción de estómago es una operación compleja que únicamente se realiza por motivos de salud -nunca por una cuestión estética-, a la que se opta casi como última opción y que no es apta para todos los pacientes. "Cuando realmente tiene sentido esta operación es en un paciente con sobrepeso que ha fracasado en los intentos previos de perder peso controlado por un endocrino y cuya calidad de vida y salud está en peligro porque, por ejemplo, tienen síndrome metabólico, diabetes o colesterol que no son incapaces de controlar", relata Noguera, quien reconoce que "un paciente joven con estas patologías en el que se puede prevenir el daño metabólico futuro es el candidato ideal".

Para la selección, el paciente pasa por un completo análisis por parte de diferentes sanitarios (desde endocrinos a cardiólogos o psiquiatras). "Hay que descartar que el paciente sufra alguna enfermedad metabólica que cause el sobrepeso o que tenga algún trastorno de alimentación", indica este cirujano, quien reconoce que en estos casos no se indica la operación "ya que existe riesgo de que fracase; de que no sirva para perder ese peso".

Es especialista del Hospital de A Coruña resalta también que, en estos pacientes, el índice de masa corporal es solo orientativo y no clave a la hora de seleccionar quienes deben someterse a una reducción de estómago. "Un índice por encima de 35 supone obesidad mórbida y entre 30 y 35 se habla de obesidad leve, pero depende que patologías tenga el paciente puede ser aconsejable la operación", sostiene Noguera.

A medida que aumenta el número de pacientes que necesita entrar en quirófano por este motivo varía también el perfil. "Antes no veíamos a gente con esta obesidad hasta los 45 o 50 años y ahora nos llega gente más joven con una obesidad importante y que por su historial médico vemos que es preciso que se sometan a una cirugía bariátrica. La tendencia actual es a que el perfil sea el de un paciente de entre 30 y 40 años", sostiene el jefe de Cirugía General del Chuac, José Noguera.

La medicina ofrece diferentes alternativas para la cirugía bariátrica, pero las más frecuentes son la restrictiva y la mixta. "La primera, que es la más habitual, supone una reducción de la bolsa del estómago; como la cámara gástrica es más pequeña, el paciente come y enseguida se siente hinchado", explica el doctor Noguera, quien añade: "En la mixta, a la reducción de estómago se une otro proceso para reducir la absorción de nutrientes que se logra mediante un bypass gástrico". A ellas habría que sumar otras técnicas -como la banda gástrica, entre otras- "pero cuyo uso es menos habitual".

Cualquiera de las cirugías bariátricas más practicadas en la sanidad pública se realiza, hoy en día, mediante técnica laparoscópica, pero los médicos recuerdan que se trata de una cirugía mayor compleja. "Es casi una operación similar a extirpar un tumor gástrico", indica Noguera, quien añade: "Es cierto que si hace una década había cierta mortalidad en este tipo de cirugías, hoy en día la tasa es muy baja pero aún así es una cirugía mayor y no está exenta de complicaciones en el postoperatorio". "La gente cree que como no es una cirugía abierta, que se hace por laparoscopia es más sencilla, pero dentro, en el cuerpo, se opera igual que se fuese cirugía abierta", indica.

Y una vez operados, toca seguir un control estricto de los hábitos, especialmente de la dieta, ya que la operación no supone el milagro que eliminará los kilos se coma lo que se coma. "Hay un riguroso control postoperatorio y tienen que seguir una dieta muy estricta durante los primeros meses", indica el doctor Noguera, quien deja claro que "no se puede comer lo que uno quiera tras una operación de este tipo". "Al principio su dieta se basará en líquidos de contenido calórico y poco a poco hay que introducir no solo proteínas si no también hidratos y además, en el caso de quienes se sometieron a un bypass hay que estar pendientes porque igual al no absorber tantos nutrientes presentan déficit de vitaminas", sostiene.

Por ello, durante al menos los tres primeros meses, los pacientes son vigilados por el endocrino que les realizará análisis de sangre y control renal para comprobar que todo está en orden. "A partir del tercer mes pueden iniciar una dieta normal, es decir, comer lo que coma el resto de miembros de su casa, pero eso sí, con unas recomendaciones porque operarse no significa poder comer ya lo que uno quiera", resalta este facultativo.

Los médicos recuerdan que, lejos de ser una opción válida para cualquier persona con kilos de más o que desee verse más estilizado, la cirugía bariátrica es una operación compleja que en la sanidad pública sólo se realiza para solucionar un problema de salud, no estético y no recomendada para todos. Y una vez fuera del quirófano toca practicar buenos hábitos para poner fin definitivamente a los kilos de más.