Apenas 24 horas después de la muerte de Terele Pávez, el cine español se fue a negro de nuevo por el fallecimiento ayer del rebelde Basilio Martín Patino, responsable de Queridísimos verdugos (1977) y otras cintas que hicieron del más rojo de los realizadores también el más censurado del franquismo.

Cineasta, productor y guionista, al de Lumbrales (Salamanca) le sobrevino la muerte ayer en Madrid a los 86 años tras una carrera en la que, como destacaron las numerosas muestras de condolencia y de respeto, se destacó como un "renovador" del lenguaje y de la técnica narrativa, según resaltó el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, quien definió a Martín Patino como "un cineasta comprometido con sus ideas" y con este arte, así como "una de las personas que firmó el acta fundacional de la Academia de Cine". Méndez de Vigo ha avanzado que se trabajará en una retrospectiva de su obra y en la exposición de los fondos personales y documentales de su colección donados por expreso deseo del propio Martín Patino a la Filmoteca Nacional.

Quizás así llegue a valorarse más a un director al que la industria no calibró apropiadamente, en palabras de su amigo Javier Tolentino, director del programa de Radio 3 El séptimo vicio, por obsesiones como la de "no aceptar nunca un premio de una institución o como que sus películas no las comprase nunca Enrique Cerezo".

Concha de Plata del Festival de San Sebastián con su debut tras la cámara, Nueve cartas a Berta (1965), título emblemático de la filmografía española, en su obra se sucedieron otros hitos, como la trilogía que no pudo estrenar en España hasta la muerte de Franco y que integran Canciones para después de una guerra (1971), Caudillo (1974) y la citada Queridísimos verdugos (1973). De ella señalo ayer el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, que "retrató un país".

Volvió a hacerlo casi cuatro décadas después, cuando ya había anunciado su retirada y rozaba los 80 años. Una noche de mayo de 2011 volvía de Salamanca a Madrid cuando se topó con una gran concentración de ciudadanos y un ambiente que sintió que debía inmortalizar. El movimiento del 15M le abrió las puertas para ello y así nació el documental Libre te quiero (2012).

En el ámbito de la cultura ayer tuvieron palabras de recuerdo para él la Academia de Cine y la Filmoteca Española. El cineasta estará "siempre en nuestro corazón", subrayaba el Círculo de Bellas Artes, mientras que Aisge (Artistas Intérpretes Sociedad de Gestión) lamentaba un "fin de semana tan triste", en el que también falleció la actriz Terele Pávez.

El carácter rebelde y decidido de este intelectual nacido en medio de una familia tradicional -sus hermanos se hicieron religiosos, de hecho, José María (1925-2015), fue secretario del cardenal Tarancón-, se puso de manifiesto enseguida, ya desde sus años de estudiante de Filosofía y Letras en Salamanca. Allí fundó, en los años cincuenta, el cine club universitario, germen de la importante revista Cinema Universitario y foro de las primeras Conversaciones Cinematográficas de Salamanca, que tuvieron influencia decisiva en la evolución del cine español de posguerra.La Guerra Civil y Salamanca, usada como metáfora de tantas cosas, fueron su leitmotiv.