El fipronil representa un riesgo de intoxicación "muy improbable" para los humanos, que, en los niveles máximos detectados en Bélgica y Holanda, tendrían que consumir miles de huevos contaminados a lo largo de su vida para sufrir efectos adversos, según aseguró ayer el toxicólogo de la Universidad de Lovaina, Alfred Bernard, quien insistió en que los consumidores deben estar tranquilos y que las medidas de precaución tomadas hasta el momento responden más a un fraude legal que a un "peligro" real de intoxicación. "No hay riesgo para la población en este momento. Esta limitado y potencialmente es muy improbable", aseguró el experto.

El asunto ha creado alarma y mucha confusión en Holanda y en Bélgica, donde se han detectado trazas de fipronil superiores al umbral de "riesgo" establecido por la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria, en 0,72 miligramos por kilo de alimento. Además ya se han descubierto partidas de estos huevos en al menos 17 países aunque no en España.

Bernard subrayó que estos niveles tendrían que superarse "durante un periodo muy prolongado para que entrañaran un riesgo de intoxicación crónica", y asegura que no ha habido ningún caso de muerte en Europa. "El riesgo es casi inexistente porque la duración de la exposición es limitada, hay un margen de seguridad muy alto y la probabilidad de que una persona consuma todos los días huevos contaminados es muy limitada", afirmó este especialista.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica el fipronil como "moderadamente tóxico" para los humanos y estima que sólo en grandes cantidades puede causar daños hepáticos, a nivel del tiroides o riñones.

Desde Holanda, el científico experto en nutrición Martijn Katan coincide en que una persona tiene que comer "varios miles de huevos para que sea perjudicial". "Incluso si has comido cuatro huevos contaminados por día en el último mes, no es perjudicial. Sólo tienes que preocuparte por el colesterol", dijo el experto.

Pero más allá de la seguridad alimentaria el asunto del fipronil supone en fraude, puesto que su uso no es legal para uso alimentario en la UE y el mero hecho de que aparezcan trazas en los alimentos implica una infracción. Por ello, Bruselas ha convocado a los países afectados para analizar lo ocurrido y "extraer lecciones".