Las vacaciones pueden ser una gran oportunidad para reafirmar la relación de pareja, pero también el detonante de la ruptura. La convivencia estrecha las veinticuatro horas al día puede poner de manifiesto conflictos y problemas de comunicación que quedan disipados con la rutina diaria. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), cerca de un 28% de las separaciones y divorcios se producen durante el tercer trimestre del año.

"Cuando se produce una ruptura después de las vacaciones es porque la pareja ya está dañada y su rutina diaria no es buena", asegura la sexóloga Emma Placer. Muchas veces, idealizar las vacaciones también puede desencadenar discusiones o desacuerdos por cualquier razón. Para que este tiempo de asueto no se conviertan en una pesadilla, la especialista viguesa recomienda comenzar las vacaciones motivados y aprovechar este tiempo para comunicarse con la pareja y reavivar la atracción sexual.

"La clave es la motivación. Que lo que vayas a hacer y con quien vayas a hacerlo te apetezca mucho. Es muy bonito, y suele funcionar muy bien, planificar cosas que a los dos les haga mucha ilusión, pero tiene que ser algo compartido, es decir, tienen que planificarlo conjuntamente", destaca la experta.

Pero también hay que tener paciencia y mantener una actitud positiva porque las vacaciones no son sinónimo de perfección y los planes pueden no salir siempre como uno desea. "Si algo sale mal no hay que echar la culpa a la pareja, sino pensar: 'Vale, estamos de vacaciones. Relajémonos y veamos qué podemos hacer'. Las vacaciones tienen que ser una oportunidad para relajarse y no un motivo de estrés, que a veces lo genera la ansiedad con la que aguardamos las vacaciones", explica.

Tampoco son la solución perfecta a los problemas que se arrastran desde tiempo atrás; todo lo contrario. "Piensas que, como el amor, las vacaciones son mágicas y todo lo arreglan. Pero si estamos mal, seguiremos estando mal, incluso peor porque vamos a tener más tiempo para seguir comunicándonos mal", advierte.

En pareja, tan importante es reencontrarse con uno mismo y salir con familiares y amigos como el tiempo exclusivo que se dedica a la relación. Y las vacaciones no son una excepción. "Si a uno le gusta leer, que se lleve un buen libro para poder relajarse y si al otro lo que le apetece es bajar en ese momento a la playa a tomar el sol, que baje. No hay que depender cien por cien de lo que quiera la pareja y estar pendiente de si se divierte o si quiere hacer esto o lo otro. Cada uno tiene que tener su espacio", asegura.

Placer reconoce que septiembre y octubre son dos meses en los que las consultas se incrementan de forma notable. Unas relaciones serán capaces de superar unas malas vacaciones, pero otras no. "De las parejas que pasan por terapia por una infidelidad ocho de cada diez salen adelante, más que las parejas que consiguen superar un mal verano, que suelen ser seis de cada diez", apunta.

Pero la culpa no es de las vacaciones, sino de la mala comunicación, insiste. "La clave está en la comunicación asertiva los 365 días al año", aconseja. Y si surgen discrepancias o roces, hay que evitar la discusión si se está enfadado o si la otra persona no está en condiciones de razonar porque esté cansada.

Muchos especialistas recomiendan reservar una parte de las vacaciones a hacer algún plan que no tenga que ver con la pareja. "Esto depende de las posibilidades que tenga cada uno, pero reservar dos, tres días para hacer una escapada con amigos, con tu hermano o hermana, con tu grupo de senderismo... viene muy bien porque de esta forma nos damos la oportunidad de echarnos de menos, lo que favorece la convivencia y también las relaciones sexuales", sostiene la especialista en sexología.