Una pareja tan improbable como Diane Keaton y Brendan Gleeson disfrutan de un amor otoñal mientras sufren los desaires de un mercado inmobiliario deshumanizado. Esto es, a grandes rasgos, Una cita en el parque. Se trata de una comedia ligera, amena aunque previsible y sin el vitriolo necesario para sostener su crítica a la especulación, que deja en manos de los actores sus mejores argumentos, pero que no les da margen para crecer más allá de un guión quizás algo simple.

La película, con todo, no chirría en ningún momento (aparte de la música) y se deja ver con amabilidad.

Más allá de no cuajar como pareja romántica, Keaton y Gleeson están correctos en sus respectivos papeles, y resulta grato reencontrarlos en la gran pantalla, sobre todo al intérprete irlandés, un actor de gran fuste cuyas últimas apariciones (especialmente Assassin's Creed) no hacían justicia a su talento y a su currículo. En conjunto, Una cita en el parque da lo que se espera de ella.