La farmacéutica Dolores Furelos abrió en 1985 uno de los primeros laboratorios que aunaba análisis clínicos, de aguas y alimentos en

A Coruña. Tres décadas después continúa al frente de él en Vilaboa y especializada principalmente en la seguridad alimentaria. A ella acuden empresas o autónomos que quieren abrir un negocio en el que se manipulan alimentos para ver que cumplen con todos los requisitos en materia sanitaria y también es quien analiza periódicamente los productos que comercializan distintas marcas para comprobar que efectivamente no hay ningún problema con el alimento y es apto para el consumo. "También analizamos la vida útil del producto, su análisis nutricional, si tiene algún componente que no debería tener, etc...", reconoce esta titulada en Farmacia que está encantada con

su trabajo.

Entre sus clientes ha tenido siempre mataderos —donde periódicamente se analizan los productos y la higiene de las instalaciones—, un lugar donde hace años sorprendía ver a farmacéuticos.

"Al principio los veterinarios no entendían que hacía yo allí, pero lo aceptaron poco a poco porque ven que puedo hacer este trabajo, al igual que los biólogos, ya que en la carrera de Farmacia tocamos

muchos temas y resolvemos muchas cosas", reconoce Furelos, quien resalta eso sí, que esta faceta del farmacéutico obliga a "echar muchas horas" en el trabajo.