El arte gallego está de luto y siente la pérdida sustancial de uno de los genios creativos del siglo XX y XXI. Uno de los artistas vigueses más prolíficos, el pintor y escultor Pedro Solveira falleció en la madrugada de ayer en su casa de A Guarda. Tenía 84 años. La muerte se lo llevó mientras dormía o, más probablemente, mientras ideaba nuevos proyectos. Y es que, aunque el cáncer se cruzó en su camino el pasado invierno, el pintor y escultor, natural de Teis, seguía teniendo ganas de hacer cosas nuevas. En mente tenía varios proyectos, que ya no podrá ver cumplidos. Uno de ellos era que una fundación aglutinara en Vigo su legado, una extensa obra que abarca más de 70 años de intenso trabajo de investigación y de experimentación.

Pedro Solveira nació en noviembre de 1932. Hijo de un mecánico experto en motores, a los 12 años entra en la sección de dibujo y diseño de La Metalúrgica. Cinco años después, en 1949, se marcha a París, donde conoce al arquitecto Rafael Leoz, a través de quien conocerá a Le Corbusier, artista que le influirá significativamente. Luego conocería a Dalí, con quien coincidió en Nueva York -donde expuso por última vez en 2001- y a Urbano Lugrís. Regresó a Galicia en 1955. En las décadas de los cincuenta y sesenta, comienza a exponer fuera de Galicia y a partir de los setenta comienza su trayectoria internacional: Caracas, Buenos Aires, Génova, París, Ginebra, Tokio, Berlín, Nueva York o Londres acogieron sus obras.