Durante el siglo XIII el noroeste de Estados Unido sufrió una fuerte sequía. La región vivió tal estrés climático que llevó a las comunidades de la región al canibalismo. Este pedazo de historia muestra las consecuencias extremas que un cambio climático, como el que está sufriendo ahora el planeta, puede provocar en la convivencia del ser humano. Los trabajos arqueológicos son los que han determinar el comportamiento de los ciudadanos de hace ocho siglos y los que rebatan las teorías negacionistas del cambio climático. El arqueólogo gallego Felipe Criado se ha propuesto visibilizar la capacidad que esta disciplina tiene para contribuir a la sociedad del presente a través del conocimiento del pasado, ejemplificada en esta anécdota. Lo hará desde una de las instituciones más prestigiosas del mundo en este campo, la Asociación Europea de Arqueólogos, en la que acaba de ser reelegido como presidente.

Más de 2.500 profesionales estarán bajo la batuta del gallego. "Queremos que las prácticas y el conocimiento arqueológico sean mucho más influyentes socialmente y que lo sean además para trabajar en beneficio del interés de aquellas comunidades para las que trabajamos como arqueólogos y arqueólogas", asevera Criado. Defiende que la disciplina "está estrechamente vinculada a grandes problemas que hoy afrontamos en Europa, en nuestras comunidades, y en las que nos jugamos mucho". "Me refiero a problemas como la identidad, la memoria y el mantenimiento de la tradición o el cambio climático, que la arqueología puede estudiar y puede hacerlo tanto en sus condiciones ambientales concretas como también en sus efectos sobre las sociedades", puntualiza.

Los trabajos arqueológicos despiertan un gran interés en Galicia, así como en el resto del mundo, como se puede comprobar con la expectación levantada alrededor de los yacimientos de A Lanzada, el islote de Areoso o tantos otros que forman parte del excepcional patrimonio que tiene la comunidad. Criado confirma que siente el "aprecio" e interés popular por esta disciplina, pero señala un gran problema con el que se topan habitualmente: "Cuando tenemos que lidiar en obras públicas nos encontramos dificultades de conciliar proyectos industriales y de crecimiento urbanístico; la arqueología pasa a ser vista, a ojos del gran público, de manera negativa".

Asegura que la actitud mantenida hasta ahora por los arqueólogos no ha sido eficaz porque no han "gestionado o negociado debidamente" los conflictos. Aunque subraya que no resta responsabilidad a "políticos y ciudadanos por no ser más conscientes de la importancia que tiene la conservación del patrimonio arqueológico, que es la importancia de preservar nuestra memoria".

El arqueólogo resalta la relevancia de cada nuevo descubrimiento: "Se puede pensar que hay tantos yacimientos que uno más no importa, pero es tantísimo lo que desconocemos que cada vez que encontramos uno nuevo aprendemos algo y cuando sabemos algo nuevo del pasado, conocemos algo nuevo sobre nosotros mismos".