Seguro que a estas alturas todo el mundo ha visto el video de ese profesor que mientras está siendo entrevistado en directo por la BBC sus hijos entran en su despacho y se acercan a él.

Segundos después, una mujer aparece en la habitación y se lleva a los dos niños mientras la entrevista continúa. Hasta ahí nada normal. Le puede pasar a cualquiera, aunque la situación es bastante cómica.

El problema llegó después cuando las redes sociales se llenaron de comentarios racistas porque confundieron a la mujer del profesor, que tiene rasgos asiáticos, con la criada.

En un artículo anterior escribí sobre la muy recomendable conferencia que el profesor de la Universidad de Navarra, José Luis Orihuela, ofreció en abril en Roma. Llevaba por título ¿Qué nos estamos dejando en la cultura móvil? y se puede encontrar en YouTube.

En ella alertaba del precio que nuestra sociedad está pagando por usar la tecnología. Orihuela es un evangelizador de la cultura digital, pero eso no le impide criticar esos peajes que pagamos por vivir continuamente conectados.

En aquel primer artículo hablé de que uno de esos peajes es que los móviles están secuestrando nuestra mirada. Y eso es muy importante, porque nuestra mirada es la que marca nuestra atención. Un ejemplo son los que andan por la calle mirando a sus móviles.

Otro ejemplo se ve en los conciertos. Los asistentes prefieren grabar con su móvil y ver el espectáculo a través de su teléfono que en directo. Hay muchos artistas que piden a sus fans que no les graben y que disfruten y vivan la experiencia en directo que para verlos en video ya está YouTube.

Un caso muy sonado fue el de la cantante Adele que interrumpió uno de sus conciertos porque una persona se pasó toda la actuación grabándola. "Estoy en vivo, aquí, ¡puedes disfrutar en vivo! Esto no es un DVD... ", le recriminó a una fan.

"Sí, quiero decir que esa chica puede dejar de filmar con una cámara de vídeo porque estoy realmente aquí en la vida real", insistió.

"Oye, perdona, ¿puedes bajar ese trípode? Puedes disfrutar del show en la vida real, en lugar de a través de tu cámara", insistió.

El segundo de los peajes a los que hace alusión Orihuela es que la tecnología ha eliminado las distancias. Y cuando se pierden las distancias, se pierde el respeto y empezamos a hacer juicios de valor.

Un ejemplo son las reacciones racistas que se produjeron al video del profesor y su esposa. Como la tecnología ha eliminado las distancias y nos metemos en la casa de esa familia ya creemos que podemos decir lo que queramos.

La tecnología ha diluido las barreras que había entre la vida pública y la privada y parece que hay barra libre para que podamos hablar de la privacidad de las personas.

O como la tecnología ha eliminado las distancias podemos insultar en las redes sociales, amparados en un supuesto anonimato. Pero no hay que confundirse: lo que hacemos en el mundo online tiene su repercusión en el mundo offline.

Dice acertadamente el profesor que las distancias establecen respeto. Las distancias establecen jerarquía.

Pero en estos momentos utilizamos las mismas plataformas (redes sociales, WhatsApp, correo...) para comunicarnos con nuestros amigos, nuestros jefes, superiores o algún personaje público.

Pero aunque sean las mismas plataformas y se elimine la distancia, no debemos omitir el respeto hacia ellos.

Hay que establecer otros códigos de comunicación diferentes porque no es lo mismo la forma de dirigirse a un amigo que a un jefe.

Y esto aún no lo hemos terminado de entender.