Los ojos y la piel son los órganos que más sufren con el paso del tiempo y envejecen a mayor velocidad. Lo curioso es que a la piel la tratamos con cariño, aplicamos las cremas necesarias y nos preocupamos por su estado pero, respecto a los ojos, no podemos decir lo mismo. No llega a un 10% el número de europeos que acuden a las revisiones periódicas pautadas por los especialistas.

Constituye un error olvidarnos de la salud de nuestros ojos hasta que se presente un problema. Con la edad, el cristalino sufre opacidad, la córnea se sensibiliza y la pupila modifica su funcionalidad adaptándose peor a la luz o a la oscuridad. A ello se une el incremento de enfermedades como la hipertensión o la diabetes que afectan negativamente a la visión y reducen nuestra calidad de vida. No podemos evitar el paso del tiempo y sus efectos, pero sí retrasar la aparición de problemas asociados a ello y reducirlos.

Según los expertos, a medida que cumplimos años aumenta la probabilidad de aparición de:

-Ojo seco. Se produce por déficit de la cantidad o calidad de la lágrima natural, por lo que el ojo no se lubrica adecuadamente. Son varios los factores que lo provocan y la edad estaría entre ellos. Se recomienda tratarlo con lágrima artificial, bloquear los conductos lacrimales o un tratamiento de regeneración lagrimal.

-Moscas volantes (miodesopsias). Se refiere a la aparición de puntos o filamentos que atraviesan el campo visual como flotando a la deriva. Se producen por degeneración de zonas del ojo acuosas o gelatinosas (del humor vítreo) que se compactan y forman grumos que enturbian la visión. Se perciben con mayor intensidad cuando fijamos la mirada sobre una superficie iluminada o blanca. Lo recomendable es olvidarse de su presencia, salvo que aparezcan de repente y asociadas a chispazos de luz, pues entonces pueden indicar un desprendimiento de retina que debe ser tratado de inmediato.

-Glaucoma. A pesar de que es un problema muy frecuente, en sus primeras fases pasa desapercibido, ya que no da síntomas alarmantes. Se asocia a varios factores y un signo sería el aumento de la presión intraocular que acaba afectando al nervio óptico y causando ceguera si su detección no se realiza a tiempo. La recomendación más importante se centra en la prevención mediante controles periódicos y visitas pautadas al especialista. El tratamiento se inicia con gotas hipotensoras para reducir la tensión intraocular y láser o microcirugía en segunda instancia.

-Vista cansada (presbicia). Serás el primero en darte cuenta porque empezarás a no poder leer y tener que estirar tus brazos cada vez un poco más. Se debe a que el cristalino va perdiendo facultades pues reduce su flexibilidad y capacidad de acomodación y se complica la visión a distancias cortas y medias. Se considera el problema de visión más frecuente entre los españoles de 45 a 65 años y suele asociarse a dificultades de lectura en lugares poco iluminados, cansancio visual o dolores de cabeza al final del día. La prevención pasa por limitar el uso de las pantallas, la utilización de gafas de cerca adaptadas a las necesidades del paciente o la cirugía específica con láser.

-Cataratas. Causadas por la opacidad del cristalino que reducen la agudeza visual y deben ser tratadas con cirugía en la que se extrae el cristalino y se sustituye por una lente intraocular.

-Degeneración Macular Asociada a la Edad (DMAE). Proceso degenerativo de la mácula que provoca una mancha en el centro del campo visual aunque se conserva la visión de los bordes. El tratamiento pasa por la inyección periódica de fármacos específicos.

Sería recomendable de manera general:

-Reducir el tiempo dedicado a las pantallas, aumentar la amplitud del campo visual y limitar el tiempo en espacios con luz artificial.

-Introducir en la dieta ácidos grasos omega-3 presentes en el pescado azul que protegen de la degeneración macular y del síndrome de ojo seco.

-Seguir una dieta rica en vitaminas: A (zanahorias, espinaca, brécol), B (cereales, frutos secos, etc.), C (pimientos, fresas, etc.) y E (espárragos, lechuga, guisantes, etc.) que favorecen la funcionalidad ocular.

-Mantener hábitos saludables. Hacer ejercicio y una dieta equilibrada contribuyen al buen estado ocular (ya que enfermedades como la diabetes o la hipertensión afectan a nuestros ojos).