Las investigaciones del equipo de Antonio Rial Boubeta no solo ponen número a esa creciente práctica de las apuestas online entre menores, que se ven cautivados cada vez a edades más tempranas, sino que también permiten definir un "perfil" del adolescente que sucumbe a esos hábitos. Aparte del aspecto sociodemográfico -que la mitad de los que se juegan dinero en las redes tiene entre 16 y 17 años y que el 83,5% sean varones- los estudios revelan un perfil familiar y personal. Y este, explica el especialista de la Universidade de Santiago, se caracteriza "por un escaso control por parte de sus padres, elevados niveles de impulsividad y un déficit de asertividad".

Este investigador siempre recalca que el papel de los padres es "fundamental". Y añade que si los progenitores hacen "bien algunas cosas los riesgos se minimizan, pero, si no, se multiplican". Otra vez lo argumenta con datos de sus estudios: cuando los padres no controlan ni limitan nada o lo hacen poco el uso del móvil e internet, las tasas de jugadores son sensiblemente mayores (se duplican). Para el experto es "más importante aún" que el control el implicarse. En ese sentido, los trabajos que coordina apuntan que cuando los padres se preocupan por enseñar a sus hijos y aconsejarles sobre el uso responsable de internet, los resultados son aún más evidentes. Así, si no toman este tipo de medidas, la tasa de jugadores se multiplica por cuatro.

Por todo ello, no se cansa de repetir que considera "fundamental establecer normas y límites". Para demostrar que influyen pone otra vez cifras sobre la mesa: la tasa de jugadores se multiplica por seis entre los que llevan el móvil a clase todos y entre los que se conectan a internet a partir de medianoche.