Suenan a épocas pasadas y aunque puede parecer que hace años que ya nadie las padece en Galicia, lo cierto es que patologías como la lepra, el botulismo, la triquinosis o el contagio de madre a feto de sífilis o rubeola todavía son una realidad en las consultas médicas de la comunidad. Pese a que se trata de enfermedades de baja incidencia, casi medio centenar de pacientes gallegos sufrieron alguna de estas dolencias en las últimas dos décadas, según los datos que acaba de publicar la Dirección Xeral de Saúde Pública, organismo dependiente de la Consellería de Sanidade. De todas ellas, la lepra es la que registró un mayor número de casos: 22 entre 1996 y 2016.

Lepra. Conocida ya en las antiguas civilizaciones de China, Egipto o India, esta enfermedad infecciosa -causada por el bacilo Mycobacterium leprae- tiene cura desde los años 40 y la Organización Mundial de la Salud considera que desde el año 2000 ya no es un problema de salud pública, es decir, la tasa de prevalencia mundial es menor a un caso por cada 10.000 habitantes. Sin embargo, sigue presente en muchos países y solo en 2015 se diagnosticaron más de 215.000 casos, según la OMS. En el caso de la comunidad gallega, hace décadas que se trata de una patología minoritaria. El último informe de Sanidade revela que, entre 1996 y 2016, se produjeron 22 casos (todos ellos importados), de los que solo un caso permanece en el Registro Nacional de Lepra y otros cuatro siguen en estado de vigilancia. La presencia de lesiones cutáneas, las alteraciones neurológicas -pérdida de sensibilidad al tacto, al dolor o al calor- así como las deformidades en las extremidades son los principales síntomas de una patología que siempre que esté controlada con medicación apenas es contagiosa. Los expertos aseguran que los síntomas tardan años en aparecer -el contagio puede darse en la infancia y no desarrollar la patología hasta la edad adulta- y que suele producirse en personas que han vivido durante años en zonas poco ventiladas, hacinadas o en condiciones higiénico-sanitarias deficitarias.

Botulismo. Causada por la bacteria clostidium botulinum -una toxina que se encuentra de forma natural en la tierra- puede transmitirse a través de los alimentos (la forma más habitual), a través del consumo directo de las esporas de la bacteria que hay en la tierra o la miel (suele ser el modo de contagio en bebés) o bien mediante la infección de una herida con esta bacteria (ocurre en algunos drogodependientes). En el caso de Galicia, se produjeron nueve casos entre 1990 y 2016, correspondientes a dos brotes. "El primero de ellos afectó a tres miembros de una familia de A Coruña que se infectaron tras consumir un producto de charcutería procedente de un cerdo de matanza casera; el segundo, con seis afectados -cuatro en Pontevedra y dos en A Coruña- se produjo por consumo de cecina de distribución comercial", explican desde la Xunta. El botulismo, cuyos síntomas -fatiga intensa, debilidad, vértigo, diarrea o dificultad para hablar- aparecen entre las 12 y las 36 horas tras la ingesta del alimento, es una patología grave que, de no tratarse rápidamente, puede causar la muerte del afectado, según advierte la OMS, desde donde dan una serie de pautas para evitar esta patología: mantener la higiene de todos los productos y del entorno de la comida, separar los alimentos crudos de los cocinados, cocer totalmente los productos, guardar la comida a una temperatura adecuada o utiliza siempre agua potable para cocinar.

Sífilis congénita. La sífilis es una enfermedad de transmisión sexual que causa la bacteria treponema pa-lidum y que cursa con pequeñas heridas o úlceras en los genitales así como inflamación de los ganglio linfáticos. Si no se trata adecuadamente, la madre puede transmitir esta patología al feto durante el primer año tras haberla adquirido. También es posible el contagio durante el parto por contacto directo del bebé con las úlceras. Desde la Asociación Española de Pediatría alertan de que la sífilis congénita puede ser grave para el bebé ya que puede presentar diferentes síntomas -ictericia, meningitis, anemia, retraso del crecimiento, etc.- tras el parto o con el paso de los años (sordera, lesiones óseas, etc.). Entre 1997 y 2016 se produjeron once casos de sífilis congénita en la comunidad gallega.

Rubeola congénita. Menos habitual que la sífilis -debido "al uso generalizado de la vacuna"- la rubeóla también puede transmitirse de la madre al feto (un caso importado desde 1997 hasta 2016, según datos de la Xunta). El riesgo de que el niño contraiga la patología varía en función de cuándo la sufre la madre: si ocurre en las primeras doce semanas de embarazo, el riesgo se eleva al 80%, baja al 30% en la semana 30 y se eleva hasta el 100% si ocurre durante el último mes de gestación.

Triquinosis. Causada por el consumo de carne mal cocinada y que contiene larvas de trichinella spiralis (que puede afectar a cerdos, caballos, zorros o leones), la enfermedad parasitaria triquinosis está prácticamente desaparecida de la comunidad gallega. Entre 1980 y 2016 solo hubo dos casos en 1996: en Ourense y Pontevedra. Si se ingiere carne contaminada, los parásitos que la causan llegarán al organismo causando diferentes problemas de salud.