Al hecho de que Galicia sea una de las siete autonomías más envejecidas de Europa se une la dispersión de la población rural. Ambos factores unidos constituyen una auténtica bomba de relojería para la vejez y el alzhéimer, como recordó hace unos días en Santiago el presidente de la Federación Alzhéimer Galicia (Fagal), Juan Carlos Rodríguez, que describió una realidad dramática: hay casos de personas que padecen alzhéimer en aldeas de Galicia sin que sus familiares sepan que sufren dicha demencia. Además, con frecuencia esos mayores "viven solos en casa", por lo que no son infrecuentes los casos en los que "salen a pasear, se desorientan y, unos días después, mueren".

Se estima que entre 60.000 y 70.000 personas padecen este tipo de demencia senil en Galicia. Aunque el Parlamento de Galicia votó a favor de llevar a cabo un estudio sobre el impacto de esa enfermedad, todavía no hay datos sobre esta situación, que se sospecha puede estar detrás -según apuntó en Santiago el presidente de Fagal- de situaciones que a priori se consideran simples accidentes domésticos, como ancianos que "se dejaron el gas abierto" y murieron en el incendio de sus casas.