Estaba cumpliendo el servicio militar cuando su cabeza comenzó a jugarle malas pasadas. Había desarrollado esquizofrenia. "Me metieron tanta caña que enfermé", afirma el gallego Jesús Manuel Fernández, de 39 años. Diagnosticado desde 1997, tiene que medicarse diariamente, "tomarse las pastillas", como él dice. "Ahora estoy con la medicación y no tengo problemas", reconoce.

Los pasados meses de enero y febrero estuvo realizando un curso en una panificadora. "Salió todo muy bien", explica. Ahora vuelve a estar desempleado.

De lunes a viernes acude al centro de rehabilitación de la asociación DOA, en la localidad pontevedresa de Cangas, donde reside con sus padres. Allí participa en diferentes talleres, de cocina, de jardinería... para mantener la mente ocupada a la espera de que le surja una nueva oportunidad laboral. Le gustaría que fuese en la construcción, de albañil, ya que es un oficio que conoce. "Estuve trabajando en la obra desde 2000 a 2004. También en una discoteca, recogiendo vasos", explica. En aquella época, aún estaba casado. "Tengo un hijo de 15 años", agrega.

Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, que se conmemora hoy, tiene una única reivindicación: "Solo pido trabajo. Quiero trabajar".

Sin embargo, no cree que su reincorporación al mercado laboral vaya a ser algo inmediato. Y no por su enfermedad. Jesús no se siente estigmatizado. Con la medicación asegura que se encuentra bien y en su entorno tiene todo el apoyo que necesita. También, añade, por parte de DOA y de la Federación de Asociaciones de Familiares y Personas con Enfermedad Mental (Feafes) de Galicia, entidad encargada de gestionar los servicios de orientación laboral.