Las diferencias biológicas o los distintos hábitos que tradicionalmente han seguido hombres y mujeres ha provocado que algunas enfermedades parezcan exclusivas de uno de los dos géneros cuando, en realidad, pueden afectar a ambos. Uno de los ejemplos más representativos es el cáncer de mama. Si se analiza el número de españoles fallecidos por esta patología en 2015 -último año del que existen datos en el Instituto Nacional de Estadística-, hubo 464 mujeres, víctimas de este tumor, frente a solo nueve hombres. También son muchas más las mujeres que fallecen a causa de un ictus (1.336 en 2015) que los hombres (876). Los expertos aseguran que las mujeres son más propensas a sufrir daño cerebral por estímulos tóxicos como por ejemplo el tabaco. Además, las muertes se incrementan ya que los ictus en ellas suelen producirse a edades más avanzadas que en los varones. Y a veces son los hábitos quienes etiquetan como masculina una patología. Es el caso del cáncer de pulmón, vinculado al tabaquismo. Si en 2006 fallecían 1.140 hombres, por solo 204 mujeres. Una década después, con el incremento de féminas fumadoras, el número de mujeres fallecidas subió un 48%.