Qué fácil es decirlo! Seguro que se lo has oído muchas veces a personas preocupadas por la tensión que sufres. Lo cierto es que todos vivimos demasiado rápido o notamos ansiedad en algún momento. Vivir alerta es necesario, pero no debemos traspasar ciertos límites y no todos lo llevamos igual. Hay personas fuertes, que toleran altos niveles de estrés y otras menos, siendo peligroso cuando reduce nuestra calidad de vida.

Tradicionalmente era el hombre el que más lo padecía, pero las cosas han cambiado y ahora son las mujeres quienes más lo sufren porque a los problemas cotidianos unen la necesidad de "conciliar" (mágica palabra). Al no llegar a todo, la mujer se estresa y, aunque resulte increíble, quienes más lo padecen son las mujeres que trabajan en casa y las que tienen a su cargo enfermos crónicos.

Los síntomas de la ansiedad difieren en cada paciente, pues la somatizan de manera distinta. Refieren que no pueden dormir, que están nerviosos, que les duele la cabeza, que se marean, que no hacen bien la digestión, que les duele la espalda, etc. (incluso, todo a la vez). Deben acudir al médico y contarle lo que les pasa, pues es el único capacitado para diagnosticar y tratar su problema.

Muchas situaciones cotidianas producen estrés aunque no lo percibamos. Si vives en la ciudad llegas a no escuchar la ingente cantidad de ruido que te rodea (coches, motos, semáforos parlantes, etc.), contaminación acústica que va minando tu salud. Los aparatos de uso común (ordenador, móvil, televisión) también provocan estrés, pues actúan sobre nuestros sentidos continuamente. La prisa te lleva a comer inadecuadamente, incurriendo en el consumo de alimentos precocinados y comida rápida que no son nada sanos.

Hay factores que causan o aumentan la ansiedad: pérdida de trabajo, embarazo, nacimiento, comienzo escolar o laboral, separación, viudez, mudanza, cambio de trabajo, jubilación, cuidado de otra persona, accidente, enfermedad crónica, etc.

En función del nivel de ansiedad padecido puedes seguir estos consejos:

-Observa tus síntomas y no te abandones por falta de tiempo para ir a la consulta.

-Busca un rato para ti. Seguro que tus ocupaciones te permiten dedicarte media hora al día sin hacer nada más que lo que de verdad te apetece. Plantéate cambiar tu estilo de vida.

-Reduce los problemas o situaciones que te agobian. No puedes llegar a todo y debes aprender a delegar, aunque no lo hagan tan bien como tú?

-Olvida las ideas negativas (no todo va a salir mal). Piensa en positivo y recupera los mejores momentos que guardes en tu memoria.

-Reorganiza tu día, analizando tu horario y racionalizándolo.

Para mejorar tu ansiedad deberías:

-Alimentarte mejor, pues muchos nutrientes contienen elementos que la reducen, siendo aconsejables: frutos secos (pipas, almendras, nueces, etc.), arroz integral, vegetales (pepino, aguacate, apio, etc.), chocolate, etc. Bebe un vaso de leche templada antes de acostarte.

-Hacer ejercicio en función de tu capacidad física y preferencias. No lo conviertas en un suplicio que aumente tu estado de nervios; entiéndelo como una terapia recuperadora que te permita olvidar los problemas que te agobian.

-Dormir adecuadamente.

-Relacionarte con gente positiva. Procura no recluirte o acompañar a personas que siempre se están quejando o criticando a los demás.

-Darte un capricho. Puedes organizar un fin de semana diferente, acudir a un spa, hacerte un buen masaje, etc.

Lo que no debes hacer es: automedicarte, tomar estimulantes, abusar de alcohol y tabaco, exigirte cosas imposibles o pensar que todo saldrá mal.

Acude al médico, quien te indicará las pautas a seguir. Puede prescribirte un ansiolítico adecuado y/o derivarte a otro especialista. Los tratamientos "naturales" pueden ayudarte, pero siempre bajo supervisión y consejo de los profesionales indicados. No consumas nada por tu propia iniciativa o consejo de amigos para evitar efectos colaterales indeseados y peligrosos para tu salud.