Ciudades como Madrid, París y Tokio presentan muchos días un aura negra que se hace mayor a medida que uno se acerca y que afecta a la salud de la población. Este es quizás el efecto más evidentes de las emisiones de gases como de dióxido de carbono (CO2), ocasionantes del cambio climático, y cuya concentración no deja de aumentar. Es más, la concentración de CO2 en la atmósfera aumentó en 2016 a niveles récord, según informa la Organización Mundial de la Meteorología (OMM) en su boletín anual sobre el impacto de los gases de efecto invernadero, a pocos días del inicio de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático que se celebrará del 6 al 17 de noviembre en Bonn (Alemania).

En 2016, la concentración atmosférica de CO2 -principal gas de efecto invernadero de larga duración- alcanzó 403,3 partes por millón (ppm), por encima de los 400 registrados en 2015. Según la OMM, actualmente la concentración de CO2 en la atmósfera representa el 145 % de los niveles preindustriales (antes de 1750).

La agencia de la ONU atribuye en parte el aumento récord de 3,3 partes por millón de la media anual al resultado de las actividades humanas combinadas con un intenso episodio del fenómeno meteorológico de El Niño", que ha tenido devastadores efectos en distintas zonas del mundo entre el año 2015 y los primeros meses del 2016. El Niño provocó grandes sequías en las regiones tropicales y redujo la capacidad de los "sumideros" -como los bosques, la vegetación o los océanos- para absorber CO2.

Mediciones

En observaciones directas no se han visto niveles de concentración de CO2 tan altos en 800.000 años, asegura la OMM en su boletín. Si se emplean los indicadores indirectos (o proxy) para medir la cantidad de CO2 en la atmósfera, unos niveles similares a los de ahora fueron observados hace entre 3 y 5 millones de años, es decir en el Plioceno Medio, cuando la temperatura era de 2 a 3 grados más cálida y el nivel del mar entre 10 y 20 metros superior al actual.

El crecimiento demográfico, unas prácticas agrícolas más intensivas, un mayor uso de la tierra y el aumento de la deforestación, la industrialización y el uso de energía procedente de fuentes fósiles han contribuido a una aceleración de la tasa de aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera desde el inicio de la era industrial en 1750.

El secretario general de la OMM, Petteri Taalas, lanzó ayer el mensaje a los gobiernos que hay una "urgente necesidad de elevar el nivel de ambición" para llegar a los objetivos de París, que se marca evitar que el calentamiento global supere los 2 grados centígrados a finales de este siglo respecto a los niveles preindustriales.