Logró salvar en diciembre de 1936 con su voz y encima de un coche a 1.612 encarcelados. En plena conmoción por el bombardeo de los aviones franquistas sobre Madrid, una turba izquierdista enfurecida pugnaba por linchar a los presos de derechas en la cárcel de Alcalá. Allí mismo, en aquel momento, nació el mito del anarquista ángel rojo, entonces delegado general de prisiones, quien protegió a personajes del bando rebelde tan significados como Ramón Serrano Suñer, cuñado del dictador Franco, Agustín Muñoz Grandes, que llegaría a ser vicepresidente del nuevo régimen o Ricardo Zamora, legendario guardameta internacional.

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