La historia de Amparo Pena es la de miles de mujeres en España. Un relato de amor envuelto en sacrificio y desgaste físico y psicológico. Amparo tiene un hijo y una hija. Ella, de 19 años, con trastorno del espectro autista, y "otra serie de problemáticas" vinculadas a esa dolencia. Precisa "atención permanente, 24 horas al día, los 365 días del año". "Tengo que ser su voz en todos los sentidos y para todo", resume esta madre coruñesa, quien, no obstante, asegura no sentir la situación que le ha tocado vivir como una carga. "He aprendido a convivir con todo esto. No es algo que haya asumido del todo, pero intento llevarlo lo mejor posible. Y estoy muy orgullosa de mi hija y de todos sus logros, es una campeona", subraya.

Sentada a su lado, Isabel Pedreira asiente con la cabeza. Sabe bien de lo que habla su compañera. Ella también es madre de una joven de 29 años con diversidad funcional. "Desde que nació, mi hija tiene una discapacidad intelectual por daño cerebral. No habla y requiere muchas necesidades de apoyo", explica Isabel, quien, al igual que Amparo, ha vivido las últimas tres décadas por y para su hija. "Enfrentarte a una situación de este tipo es muy complicado. Es algo que te viene de repente, no estás preparada, te ves muy sola, sin apenas apoyos, y tienes que ir aprendiendo sobre la marcha", recalca. Sin embargo, también habla en términos positivos de su situación. "Mi hija me ha enseñado, y me sigue enseñando cada día, muchísimas cosas. Cuidar de una persona con diversidad funcional es duro, pero también es muy enriquecedor", destaca.

A quienes, como Amparo e Isabel, han tenido que asumir inesperadamente la tarea de asistir a diario a un familiar enfermo-dependiente se les conoce como cuidadores no profesionales o familiares. En España, según los datos del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad,Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad se estima que hay, como mínimo, cerca de 350.000 cuidadores, ya que esta es la cifra correspondiente a las prestaciones económicas concedidas para cuidados en el entorno familiar. Un cálculo a ojo de buen cubero porque, oficialmente, algo más de 10.000 han solicitado la opción de afiliarse a la Seguridad Social a través del convenio especial para los cuidadores de estos enfermos. Un régimen por el que se cotiza igual que si se desarrollase otro empleo.

El rol que asume este colectivo, más el hecho de tener que armonizarlo con las responsabilidades habituales, constituye, en ocasiones, un escenario abrumador. Para ayudarles a sobrellevar esta situación y, por ende, mejorar su calidad de vida, la Fundación María José Jove acaba de poner en marcha Cuidar cuidándome,Cuidar cuidándome una iniciativa dirigida a mujeres de entre 45 y 60 años cuidadoras de hijos menores o jóvenes dependientes con diversidad funcional. De carácter semanal, se trata de un programa gratuito cuya participación se realiza a través de la Fundación Mujeres. "Viene a reforzar las actividades de su proyecto Cuidadanas, actualmente en curso", apuntan desde la Fundación María José Jove.

El programa, especifican desde esta entidad coruñesa, está compuesto por talleres matinales que combinan actividades destinadas a mejorar cuestiones como "el tiempo de ocio, la gestión de las emociones, la comunicación asertiva y el establecimiento de límites", con "actividades físicas y de estimulación cognitiva", tratando, así, de mejorar la salud física y mental de las usuarias. "Se trata de crear un espacio en el que estas mujeres cuidadoras puedan compartir sus experiencias y exponer sus miedos y sus inquietudes sin sentirse juzgadas. A veces, cuando una persona está a cargo de un dependiente, se olvida un poco de sí misma y de sus necesidades", señalan desde la Fundación.

Una realidad que atestiguan tanto Amparo como Isabel, dos de las 18 usuarias de esta primera edición del programa -"hubo que ampliar de 15 a 18 plazas el cupo debido a la alta demanda", puntualizan desde la Fundación-, que nace con vocación permanente. "Llevamos apenas un mes y la verdad es que está funcionando muy bien. Desde el minuto uno, las usuarias se han sentido cómodas, participan activamente en la sesiones -que se llevan a cabo los viernes, en horario de 10.30 a 12.00 horas- y han conectado muy bien. Se nota que tienen la necesidad de hablar y de compartir sus experiencias con otras mujeres en su misma situación", concluyen.