La implicación rusa en las elecciones presidenciales de Estados Unidos a través de las redes sociales adquiere una nueva dimensión bajo la lupa del Consorcio Internacional de Periodismo de Investigación (ICIJ) y los llamados Papeles del paraíso. En estos documentos, que revelan nombres y negocios asociados a paraísos fiscales, se muestra como Facebook y Twitter recibieron una importante inyección económica por parte de dos empresas estatales rusas a través del multimillonario Yuri Milner. Estas pesquisas abren un nuevo camino para determinar cómo el Kremlin utilizó las redes sociales para sembrar división y desinformación durante la campaña presidencial de 2016. El caso, bautizado como Rusiagate, fue denunciado por Facebook hace unos meses y hoy se encuentra en manos del Comité de Inteligencia del Senado estadounidense.

Yuri Milner llegó a controlar el 8% de Facebook y el 5% de Twitter. En concreto, según The New York Times, el magnate ruso invirtió 191 millones de dólares en la red social del pajarito procedentes de VTB, un banco estatal ruso utilizado con frecuencia para aplicar decisiones estratégicas del gobierno. En la red de Mark Zuckerberg se gastó algo más: alrededor de 1.000 millones de dólares que hoy se sabe que procedían de la institución financiera estatal rusa Gazprom Investholding. Estas no fueron los únicos desembolsos de Milner. En 2015, el multimillonario ruso invirtió 850.000 dólares en una empresa de tecnología inmobiliaria cofundada por Jared Kushner, yerno de Donald Trump y asesor destacado del presidente.

En su defensa, Milner asegura que apostó por la empresa del marido de Ivanka Trump, la hija del actual inquilino de la Casa Blanca, por "razones comerciales" y niega estar financiando ninguna actividad política. La conexión entre Rusia y Estados Unidos no termina ahí: el secretario de Comercio de Trump, Wilbur Ross, tiene negocios millonarios con el yerno de Vladimir Putin.

Mientras el mundo trata de digerir toda la información que revelan estos documentos y Milner intenta librarse del entuerto, a los responsables de las principales redes sociales les tocó comparecer el pasado 31 de octubre ante el Senado de Estados Unidos para explicar cómo sus políticas permitieron la publicación de anuncios falsos por parte de Rusia. Facebook admitió que a través de su red llegó propaganda rusa a 126 millones de estadounidense y también se demostró la implicación de Google, Twitter o Instagram en la trama. Tras la cita con el Senado, algunos de los anuncios propagandísticos vieron la luz. A través de montajes con la estética propia de un meme, casi a modo de broma, se comparaba a Hillary Clinton con el demonio. Una señal con el mensaje "No se admiten invasores" y la frase "Todo hombre debe proteger sus fronteras" apoyaba la idea del muro de Trump. Otros, destinados a fomentar el odio racial, hablaban del riesgo que suponen las tradiciones musulmanas para los americanos. Sin embargo, el que sí se encuentra en riesgo es el usuario de redes sociales. Cada día se come, casi sin darse cuenta, una ensalada de publicaciones en las que se mezclan noticias falsas, con propaganda política y las fotos de la mascota del vecino. Una ensalada que, en esta ocasión, apesta a ensaladilla rusa.