Los potenciales usuarios de esta innovadora tecnología son las farmacias y los hospitales, que dispondrían de las impresoras 3D para preparar medicamentos personalizados, especialmente en el caso de pacientes infantiles.

Otra opción, comenta Goyanes, es que las impresoras estén en centros de producción que enviarían los comprimidos a farmacias y hospitales a través de empresas de distribución, como ya se hace con las vacunas para las alergias. "Es algo tan innovador que es difícil predecir cómo será", reconoce.

La compañía FabRx ya está en contacto con hospitales de España, Reino Unido y Alemania para explorar la posibilidad de empezar con los primeros estudios que impliquen a pacientes.

No sería su primera colaboración con centros sanitarios españoles, pues ya tienen relación con investigadores del Complexo Hospitalario Universitario de Santiago. De hecho, realizaron un estudio conjunto en el que los científico gallegos evaluaron en ratas vivas el comportamiento de formulaciones de FabRx.