El de Marcelino Ndong, alias Manoliño NguemaManoliño Nguema, es un apasionante viaje vital con la cultura como columna vertebral y que comenzó hace casi cincuenta años en Galicia, donde viajó con una beca para estudiar. Ndong quería ser médico, pero su entrada en el Circo de los Muchachos hizo que su trayectoria cambiara de rumbo. Con la escuela circense de Bemposta dio la vuelta al mundo dos veces y, ya de regreso a su país, Guinea Ecuatorial, creó la primera escuela de circo, abrió teatros y formó a varios cientos de jóvenes, convirtiéndose en el padre del teatro de ese país africano, el único que habla español. El día 15 estrenará en el Teatro Principal de Santiago Manoliño Nguema, dos mundos que se tocan pieza creada por Ndong, con la que culminará el documental homónimo que dirige Antonio Grunfeld y que abanderan la ONG Waka Films y la productora Filmika Galaica con la colaboración de la Asociación Galega de Reporteiros Solidarios (Agareso).

-¿Cómo ha visto Galicia?

-Muy cambiada; más europea. La Galicia que yo conocí era enxebre. Ahora hay que ir muy lejos para ver esa Galicia mía, enxebre.

-¿Cómo termina un niño de Guinea Ecuatorial en el Circo de los Muchachos de Bemposta?

-En 1968 Guinea se hace independiente y doce muchachos vinimos a Ourense para estudiar y ahí nos encontramos con el circo.

-¿Siempre quiso ser artista?

-No. Yo quería estudiar Medicina, pero nuestro gobierno nos quitó las becas y nos tuvimos que buscar la vida porque nuestras familias nos dijeron que no regresásemos. Y llegamos al circo.

-¿Se arrepiente de ese cambio de planes?

-Entrar en el circo fue lo mejor que pudo haberme pasado porque me permitió dar la vuelta al mundo, dos veces, y para mí, viajar es mucho más importante que estudiar una carrera porque te abre la mente.

-¿Por qué regresa a Guinea?

-Mi idea siempre fue venir a estudiar a Europa y regresar a Guinea. Por eso, cuando la situación política cambió, comencé a plantearme la posibilidad de volver.

-¿Fue una vuelta difícil?

-Creo que más que venir a España porque me encontré que no quedaba nada de lo que había dejado y que ya no conocía nada. Regresé con la idea de dedicarme a la agricultura porque creía que era lo más importante para el país entonces, pero al llegar vi que no había nada en cuanto a cultura y me pareció más importante transmitir todo lo que yo había aprendido en este sentido. Abrí un pequeño teatro, monté la escuela de circo, la escuela de teatro, organicé talleres de música, de fotografía... Ahora estamos trabajando en crear escuelas para que la gente se forme en cualquier disciplina cultural. Una de las cosas que haré aquí es a ver si puede haber algún tipo de cooperación, ya no con el gobierno guineano, sino conmigo, por parte de la Administración gallega para que la gente pueda venir a formarse aquí unos meses.

-Además dirige una guardería...

-Descubrí que los niños hablaban más francés que español, y creo que ser el único país africano que lo habla es una riqueza que tenemos que conservar. Y hace seis años comencé a abrir guarderías. La que dirijo en Malabo funciona además como casa de la cultura por la tarde. Mantener ese espacio libre, independiente, algo muy difícil en Guinea, es mi proyecto más importante ahora.

-¿Y cómo surge Manoliño Nguema, dos mundos que se tocan ?

-Un día vinieron a visitarme unas personas. Uno de ellos dijo que su novia era gallega y yo le contesté " Se eu son galego!" y les canté el himno de Galicia. Quedaron impresionados y empezaron a indagar sobre mi vida. Pero el documental, más que sobre mí habla de la migración positiva, de cómo una persona puede emigrar para estudiar y regresar después a su país. Y esto me pareció muy interesante.