Entre las principales dudas de las familias a la hora de afrontar un caso de Trastorno por Déficit de Atención o Hiperactividad (TDHA) de los hijos figuran las relativas a la medicación. Desde la Fundación Ingada, el Instituto Gallego del TDAH, su vicepresidenta, Elvira Ferrer, defiende realizar un estudio preciso de cada caso, ya que asegura que existen medidas de tipo educativo que "funcionan bien". Promueve que los padres planteen todas sus dudas a los profesionales médicos.

-¿Todos los niños diagnosticados con TDHA necesitan ser medicados?

-No, no siempre. Es más, en algunos niños, el TDHA no es muy grave por lo que se pueden tomar medidas pedagógicas, educativas o de estrategia de los padres que acaban funcionando bien. Hay niños que, incluso, tienen altas capacidades, lo que compensa la falta de atención en los primeros años de la vida escolar. Hay alumnos con buenas notas que se tienen que tratar porque tienen conflictos relacionales. Con los que llegan al Bachillerato o la ESO es más complicado. También se puede dar el caso de que algunos niños necesiten la medicación durante el curso y cuando llegue el verano no. El tratamiento, para niños y adultos, sirve para mejorar la concentración, la impulsividad, los problemas de relación con otras personas. Es un trastorno crónico que afecta a lo largo de la vida.

-¿Cuáles son los primeros indicios que pueden llegar a sospechar los padres?

-Este es un trastorno del neurodesarrollo del cerebro. Naces con él y se pone de manifiesto según las necesidades de responder a lo que el medio demanda. En las primeras etapas del colegio el niño puede ser tan inquieto y rebelde que agota a los padres. Es el caso de los que también son hiperactivos. Hay otros casos que no son hiperactivos y es más difícil darse cuenta del trastorno. Estos parecen evadidos del mundo, no dan problemas, pero los profesores dicen de ellos que no alcanzan los objetivos académicos o no cumplen con la metodología. Hay que pensar que no todo es TDHA, hay otros trastornos como los del espectro autista, los específicos del aprendizaje como la dislexia. El TDHA es el más frecuente. No se diagnostica por lo que pase un día sino por algo que se mantenga a lo largo de los años. En la edad adulta tienen otros problemas como la organización del tiempo, la pérdida de cosas o hacer un esfuerzo superior que otras personas para los mismos resultados. La gente puede pensar que no son suficientemente listos cuando no tiene que ver con la inteligencia.

-¿Qué efectos secundarios suele tener la medicación?

-Normalmente, los efectos secundarios son bien tolerados y son transitorios. Los más frecuentes son dolor de cabeza, malestar de estómago, dificultades para conciliar el sueño, pérdida de apetito... pero tras los primeros días, van desapareciendo. Si no ocurre, se reduce la dosis, porque cada persona tiene su dosis individual. En pocos casos hay que retirar la medicación.

-Expertos se quejan de los mitos que rodean el TDHA, entre ellos, que crean dependencia farmacológica o que aumentan el riesgo de adicción.

-Se escuchan todo tipo de cosas, como que se quiere drogar a los niños. Es cierto que, a veces, es difícil buscar la dosis adecuada de medicación para cada niño. Cada persona tiene una susceptibilidad distinta. Todos tenemos un ADN, una información genética, que hace que unas personas sean más sensibles que otras a un medicamento. No podemos hacer un análisis farmacogenético de todo el mundo.