Arantxa tiene 7 años y desde los cinco cuenta con un canal propio en YouTube en el que muestra cómo juega con sus juguetes y por el que ha llegado a facturar unos 3.000 euros al mes; Martina, de 13, explica experiencias personales, sube vídeos en los que plantea retos o da consejos sobre maquillaje para Halloween y gracias a su éxito como youtuber - supera los 1,8 millones es de suscriptores- ya ha publicado su primer libro; Mikel tiene 8 años y junto a su hermano Leo, de 3, protagoniza un canal en el que se les puede ver tanto en una fiesta patronal como con su juego favorito de la videoconsola y donde algún vídeo ha superado los seis millones de visualizaciones. Ellos son solo tres ejemplos de un nuevo fenómeno en internet: niños youtubers que se convierten en estrellas. Pese a que solo unos pocos consiguen gran repercusión e incluso hay marcas que les piden que promocionen sus productos, los psicólogos alertan de los riesgos y aseguran que ser youtuber sin haber rebasado la mayoría de edad "tiene más desventajas que ventajas". "Emitir imágenes o vídeos por internet con menores con protagonistas tiene muchísimos riesgos. En muchos casos los padres no son conscientes de ello o falta información", asegura la vocal de la sección de educativa del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, Nuria Lago.

Los expertos dividen los riesgos entre aquellos que afectan a la imagen del menor y las consecuencias que esta exposición pública puede tener en su desarrollo emocional y social. "Uno de los peligros tiene que ver con el público que visiona las redes sociales o en este caso YouTube. Ahí hay personas de todo tipo", señala esta psicóloga, quien resalta que nunca se sabe qué uso le puede dar alguien a las imágenes de estos niños y recuerda que es posible manipularlas para mofarse del pequeño o con otros fines. Además, los psicólogos destacan que en la era de internet estos vídeos perdurarán en el tiempo y "quizás, cuando el niño sea adolescente o estudie una carrera y busque un puesto de trabajo se arrepienta de estas imagénes que circulan por ahí", dice Lago, quien lamenta que "la mayoría de padres toma la decisión de forma inconsciente, sin pensar en los efectos a medio-largo plazo".

Y más allá de qué ocurre con esos vídeos, los psicólogos advierten de que estas pequeñas estrellas de la Red pueden sufrir consecuencias emocionales por su prematuro trabajo. "Desde el momento en el que la imagen del niño está en YouTube, el pequeño se expone para bien y para mal. Pueden que todo salga genial pero también es posible que aparezcan comentarios que atenten a su honor o su dignidad, que haya niños que le tengan celos, que en el colegio se metan con ellos o que compañeros no los quieran ver, por ejemplo, y los niños no suelen estar preparados para esto y sufren por ello", sostiene Nuria Lago, quien asegura que otro riesgo es que los menores sufran problemas de autoestima, sobre todo, si el acoso llega a la manipulación de la imágenes. "El principal problema es la inmadurez que tienen los niños y que les provoca indefensión. Puede que muchos se hagan altas expectativas al pensar que quizás la tele o la radio los va a ver y podrán tener un futuro en esos medios; se hacen castillos en el aire muchas veces alimentados por error por sus propios familiares y en realidad, muy pocos lo consiguen lo que puede llevar al menor a una depresión", resalta Lago.

Esta especialista lo tiene claro, son los padres los que tienen que parar el fenómeno de los niños youtubers. Pese a los riesgos que conlleva esta actividad, ¿por qué no dejan de aumentar los canales con niños como protagonistas? "Por una parte está la inconsciencia de las familias, se dejan llevar porque les hace gracia el niño, saben que a él le hace ilusión o como lo hacen otros compañeros creen que no pasa nada, pero todo sin pensar en los efectos", indica Lago, quien cree que falta también información y que también influye "que muchos padres frustrados proyectan en sus hijos lo que ellos no consiguieron como ser cantantes o actores".

Pese a las advertencias de los expertos, la realidad es que los canales de YouTube de niños son una tendencia al auge y que, en los casos de mayor éxito, se convierte en un verdadero negocio para los padres. El estadounidense Ryan Toysreview es el mejor ejemplo. Con casi doce millones de suscriptores y vídeos con hasta 114 millones de visualizaciones es el rey de los youtubers infantiles. Sus vídeos suelen consistir en abrir y descubrir nuevos juguetes y las marcas se rifan que decida promocionar sus nuevos artículos. Algunos medios aseguran que el canal reporta a su familia hasta 11 millones de dólares al año. Evantubehd o Sophia Grace son otros youtubers internacionales cuyos vídeos superan las millones de visitas. Pero España no es ajena al fenómeno. La diversión de Martina, Los juguetes de Arantxa, Los mundos de Nico, The Crazy Haacks o Mikeltube son los canales de niños que más visitas atesoran y en la mayoría sus vídeos se basan en probar juguetes, plantear retos a los internautas o mostrar parte de su vida como el primer día de colegio, el disfraz que llevaron en Carnaval o qué hicieron al descubrir sus regalos de Navidad.

Cuando lo que nace como una diversión se convierte en negocio, la iniciativa podría chocar con legislación español. YouTube solo permite abrir un canal a mayores de 14, pero en estos casos lo gestionan los padres y el Estatuto de trabajadores fija que los menores de 16 no pueden tener un empleo pero sí participar en espectáculos públicos que no afecten a su salud ni a su formación humana.