Las denuncias a menores por parte de la Policía Autonómica por consumir alcohol batieron su récord el año pasado y alcanzaron las 406, más del doble de las 192 de 2011, ejercicio en que Galicia elevó de los 16 a los 18 años la edad mínima para ingerir bebidas alcohólicas. A pesar de ese veto y aunque algunos datos muestran ligeros descensos en los patrones de consumo, más de dos mil niños de tan solo 12 o 13 años admite darse atracones de alcohol en la actualidad, un patrón de consumo abusivo que crece cada año mientras desciende la edad de inicio en este comportamiento. El profesor de la Universidade de Santiago (USC) Antonio Rial Boubeta, uno de los mayores expertos en conductas adictivas, define ese cóctel como una "bomba de relojería".

Cada vez son más los menores que llevan a su hogar con una denuncia para sus padres por haber sido sorprendidos ingiriendo bebidas espirituosas, si bien el balance total de estos casos en Galicia es mayor que los 406 reportados por el cuerpo autonómico, pues a ellos se unen los que sancionan las policías municipales. En 2016 fueron 395 -aunque el primer dato revelado por la Xunta fue en su momento de 401-; en 2015, 312; en 2014, 35; en 2013, 212; en 2012, 213; y en 2011, 192, de acuerdo con el balance de los agentes policiales adscritos al Ejecutivo autonómico.

Los "datos preocupantes" de consumo de alcohol y de comas etílicos sufridos por menores fueron esgrimidos por la Xunta de Alberto Núñez Feijóo en 2010, un año después de asumir las riendas del Gobierno, para elevar de 16 a 18 años el mínimo legal para beber. Además, estableció una sanción mínima de 601 euros para estos casos, aunque primó la sustitución de la multa por "trabajos o actividades en beneficio de la comunidad".

A finales de 2016, el Gobierno central de Mariano Rajoy también anunció la reforma de la legislación estatal para combatir esa problemática y lo hizo después de que la "bomba de relojería" definida por Boubeta estallase en un caso y casi lo hiciese en otros dos. En noviembre de ese ejercicio una niña moría en Madrid por una intoxicación etílica y otras dos, de 12 y 13 años, recibieron asistencia médica en Vigo y Pontevedra tras participar en botellones. Según los últimos datos disponibles, el 061 atendió 377 comas etílicos en 2014, 432 en 2015 y al menos 409 en 2016.

Sin embargo, el Ministerio de Sanidad todavía no ha aprobado su proyecto legal para remitirlo al Congreso, aunque prevé en su plan normativo hacerlo este año. Su objetivo es "adoptar medidas preventivas eficaces para evitar la problemática asociada al consumo de alcohol por parte de los menores de edad, o, al menos, reducir su dimensión y efectos".

Paradójicamente, mientras los menores sorprendidos con una botella o lata en la mano aumentan, las infracciones a locales por venderles alcohol disminuyen. La Policía Autonómica interpuso el año pasado un 15% de denuncias por esta cuestión, pasando de las 271 de 2016 a 229. A pesar del aumento hace dos años, la evolución muestra una tendencia a la baja. En 2013, por ejemplo, apenas eran 212.

La misma tendencia se aprecia en cuanto al tabaco, cuya venta a menores apenas supuso 38 denuncias frente a las 126 de 2016. "Esto es debido principalmente al aumento, año tras año, de las inspecciones en locales, lo que provocó que estos se adecuasen a la normativa vigente", explica la Policía Autonómica en la documentación sobre sus actuaciones del año pasado. De hecho, las inspecciones marcaron otro máximo histórico el año pasado. Entre las vinculadas con menores y alcohol y tabaco, el cuerpo realizó 6.590, un 17% más.

En cuanto al consumo, las denuncias crecieron de 24 a 38, lejos de las 132 interpuestas en 2013 ante casos de menores de edad fumando.