"No hay nada que podamos hacer para prever cuándo o en qué circunstancias desarrollaremos un cáncer en la sangre, y tampoco está en nuestras manos evitarlo. Sin embargo, llegados a ese punto, disponemos de una joven herramienta que nos puede ser de gran ayuda si antes la hemos ayudado". Esa "joven herramienta" a la que se refiere el hematólogo coruñés Guillermo Debén es el trasplante de médula ósea que estos días celebra sus bodas de plata en Galicia. Una efeméride para festejar las miles de vidas salvadas gracias a esa técnica y agradecer la generosidad de los donantes, "especialmente de los más jóvenes", pero también para reivindicar que "se precisan más donaciones". "Nuestra vida depende de la vida de los demás. Sin las donaciones, los quirófanos se pararían y el sistema sanitario dejaría de funcionar", advierte el doctor Debén.

Veinticinco años después de que E. Donnall Thomas llevase a cabo en Seattle (EEUU) el primer trasplante de médula de la historia -un hito en la Medicina que le haría llevarse el premio Nobel, en 1991-, el procedimiento llegó a A Coruña de la mano de un grupo de jóvenes y entusiastas hematólogos entre los que se encontraba el propio Debén. "Hasta entonces, los pacientes que precisaban un trasplante de médula para consolidar el tratamiento de una enfermedad tumoral de la sangre tenían que desplazarse fuera de Galicia, en ocasiones, por una larga temporada", recuerda este médico coruñés, quien reconoce que esa primera intervención llegó tras muchos años de trabajo y de tiras y aflojas con la Administración sanitaria. "En 1982, el doctor Juan Manuel Rodríguez Fernández, jefe por aquel entonces del Servicio de Hematología y a quien considero mi maestro, intentó poner en marcha los trasplantes de médula en el Hospital de A Coruña. Estaba todo bastante avanzado, de hecho se habían montado ya las cámaras de flujo laminar (aislamiento), pero una serie de cambios en las directrices de la política sanitaria a nivel estatal, dando prioridad a la Atención Primaria frente a la hospitalaria, hizo que el proyecto acabase aparcado en un cajón y que el doctor Rodríguez Fernández optase por trasladarse a Sevilla, donde impulsó una Unidad de Trasplante de Médula de primer nivel", rememora Debén.

El "impacto mediático" de la enfermedad del tenor catalán José Carreras -a quien 1987, en pleno apogeo de su carrera, le fue diagnosticada una leucemia aguda que le obligó a someterse a un trasplante de médula ósea-, y la llegada de Javier Batlle a la jefatura del Servicio de Hematología, contribuyeron a que el proyecto se retomase, a finales de la década de los 80 y principios de los 90. "El trabajo de Pío Torres en la parte clínica, y el impulso que Chelo Ramírez dio a la puesta en marcha del Banco de Sangre, así como el apoyo de la supervisora del Servicio, Elena Cadavid, resultaron clave para su culminación", subraya Guillermo Debén.

En diciembre de 1992, en plena resaca del naufragio del Mar Egeo, los hematólogos del Hospital de A Coruña realizaron el primer trasplante de médula de Galicia. Dos meses después, el enfermo, un treintañero del área sanitaria de Ferrol con leucemia aguda, recibía el alta hospitalaria. El procedimiento fue un éxito, y el paciente "sobrevivió varios años". "A partir de ahí, empezamos a realizar entre dos y cuatro trasplantes anualmente, pero con el desarrollo de la técnica del autotrasplante -en la actualidad, entre el 60 y el 75% del total-, pasamos a practicar cerca de una veintena de intervenciones cada año. Hoy en día, al mejorar los resultados con actuaciones más precoces y donantes más jóvenes, contabilizamos una media de entre 50 y 60 procedimientos. Son cifras ya muy elevadas, con lo cual, salvo que aumenten las indicaciones de trasplante para algún tipo concreto de dolencia, creo que hemos tocado techo", apunta el doctor Debén.

Este hematólogo reconoce que el tratamiento de las enfermedades cancerosas de la sangre ha cambiado "muchísimo" en las últimas dos décadas. "Entre aquellos primeros procedimientos, y los actuales, hay un abismo", admite Debén. "Y todo ello, gracias a la investigación", matiza el especialista coruñés, quien asegura que los avances "presentes y futuros" están estrechamente vinculados con "la medicina que tiene una base molecular". "Tradicionalmente, un paciente con leucemia mieloide crónica era sometido a trasplante. Gracias a la investigación, hoy se sabe qué fallo molecular es el que causa esa enfermedad y cómo repararlo, de ahí que los enfermos puedan ser tratados con una pastilla diaria. Si me llegan a contar esto hace 20 años, me parecería ciencia ficción", resalta.