Antonio Rodríguez tiene dos patentes (una europea y otra española) sobre el aprovechamiento de la concha de mejillón, de su etapa trabajando en Jealsa. Pasó por la Rioja, por el CSIC de Salamanca y estuvo también en el Centro Tecnológico Aimen de O Porriño. Toda esta experiencia partiendo de su formación base en Química Inorgánica la volcó en su etapa con un contrato Parga Pondal, en la Universidade da Coruña. Su pasión era y sigue siendo investigar, a pesar de todo. Y se implicó con todas sus fuerzas en la "búsqueda de nuevos principios activos para luchar contra el cáncer".

Lo que parecía que podía ser un proyecto de futuro, se truncó. Antonio Rodríguez, natural de Noia y afincado en Santiago, tenía 39 años cuando su experiencia del contrato Parga Pondal se terminó y no había plazas suficientes para todos en la universidad para continuar con el proyecto de investigación.

"En los cuatro años posteriores a quedar sin empleo no tuve ni una entrevista de trabajo", explica Rodríguez, quien añade: "Me hice emprendedor por necesidad".

Su carrera investigadora por los cauces previstos o imaginados cuando el sistema todavía permitía pensar en estabilización se bloqueó. Rodríguez tuvo que resetear y repensar su futuro. Creó una consultora de I+D para temas de Medio Ambiente y Prevención de Riesgos en esas áreas. Se llama Soluciencia. Con sus clientes continúa haciendo investigación, de otra forma, pero sí que guarda relación con su actividad anterior.

También se apuntó a las listas para ser profesor y desde el año pasado imparte clases. Primero como sustituto y este año como interino en el CIFP Manuel Antonio de Vigo. Este curso da clase a adultos en los ciclos superiores de Laboratorio y Análisis y en Química Ambiental.

"Puedo compatibilizar ambos, renunciando a un complemento", explica Rodríguez, con 46 años en la actualidad. Con la consultora puede continuar con su faceta de investigador medioambiental. Si bien ahora ya no mira hacia atrás, le queda una especie de asignatura pendiente con la síntesis de posibles fármacos antitumorales.

"Fue un proyecto que en Galicia se rechazó. Tuve la oportunidad de presentarlo al Imperial College de Londres, que lo aceptó pero faltaba la financiación española. También tuve el apoyo de una universidad de Venecia para optar a una Marie Curie pero al final no salió", cuenta Rodríguez.