Los niños pequeños acuden al pediatra con frecuencia debido tanto a las revisiones establecidas como a las situaciones de alarma que se presentan. Las visitas suelen deberse a que tiene síntomas preocupantes (fiebre, diarrea, mocos, tos, etc.); cuando el médico dice: "Es un virus", los padres se sorprenden y piensan "¿otra vez?", "esto no puede ser", "siempre lo mismo", o expresiones similares.

Debemos confiar en él. Las estadísticas le dan la razón e indican que durante los primeros seis años de vida, los niños pueden ser atacados por hasta 300 virus diferentes. En la mayor parte de casos se tratará de un proceso benigno y autolimitado que permitirá formar y fortalecer su sistema inmunitario; en menor proporción, será más grave y tendrá que ser tratado específicamente (los virus de la poliomielitis, de la hepatitis, de la rubéola, de la rabia, sincitial respiratorio, de las paperas, de la gripe, rotavirus, de la viruela, VIH, del herpes, de la varicela, de Epstein-Barr y algunos otros se engloban en esta categoría).

Para luchar contra las infecciones en los primeros meses de vida, el bebé cuenta con dos aliados fundamentales: la lactancia materna y la vacunación realizada por el pediatra según el calendario de la comunidad autónoma. Si es menor de tres meses y tiene fiebre alta, debemos acudir al pediatra sin demora. A medida que va creciendo, la visita es obligada si aparece una convulsión, el niño está decaído, irritable o adormilado, dice que le duele la cabeza, vomita? y, cuando quienes lo cuidan perciben de que su estado general no es el habitual.

Ante el niño debemos aparentar tranquilidad porque, incluso los más pequeños, perciben nuestro nerviosismo y puede afectarles negativamente. Tras el diagnóstico de la viriasis es imprescindible seguir las pautas del médico. Suele ser recomendable:

-Dedicarle una atención especial; aunque es preferible que duerma en su cama, durante estos episodios puede hacerlo con los padres. Si el niño tiene la nariz tapada o mucha tos no descansa lo suficiente, por lo que necesitará dormir en el momento en que pueda respirar mejor, sea cual sea la hora. Además, tenerlo cerca resulta más cómodo para los padres a la hora de darle agua o atenderlo.

-Permitirle jugar o leer fuera de la cama, salvo prescripción contraria del especialista.

-Evitar la guardería o el colegio; es mejor que se quede en casa para evitar contagios y favorecer su propia recuperación. Cuando el niño tose expulsa una gran cantidad de virus que se propagan por el ambiente y atacan a quienes se encuentran a su alrededor. Tampoco es conveniente exponerle a otras infecciones existentes en el grupo escolar, pues su sistema inmunitario se encuentra debilitado por el virus que ya padece.

-Vestirle cómodamente, sin exceso de ropa. No es necesario abrigarlo, ni que pase frío. Para comprobar si la temperatura es la adecuada basta con tocarle en la nuca y que coincida con la de nuestra mano.

-Mantener la casa a una temperatura normal, bien ventilada y limpia.

-No obligarle a comer. Se aconseja, si lo tolera, efectuar varias comidas ligeras al día, preferiblemente pastas, papillas de frutas, sopas y caldos, salvo prescripción contraria.

-Hidratarle adecuadamente por medio de agua, zumos, biberón, manzanilla, etc. mejor en pequeñas cantidades (sorbos) para que no los expulse.

-Continuar con su higiene personal habitual. Podemos bañarlo aunque tenga mocos, pues el propio vapor de agua le ayudará a eliminarlos y le hará sentirse mejor.

El único que puede prescribir el tratamiento farmacológico necesario es el pediatra y debemos seguir sus pautas. Normalmente va a ser sintomático, es decir, encaminado a mejorar los síntomas (reducir la fiebre con un antipirético o disminuir el dolor con un analgésico), aunque puede ser necesario administrar un antiviral (para casos muy concretos y bien ajustado porque el margen entre la dosis terapéutica y la tóxica es muy estrecho). También puede indicar medidas higiénicas como seguir una dieta adecuada para eliminar la diarrea y favorecer la rehidratación. Tranquilos, aunque resultan muy aparatosas y causan una gran preocupación por el estado del niño, las viriasis banales suelen curarse en pocos días.