Al acoso le han salido superpoderes. Ya no precisa que su víctima esté frente a frente, a la entrada de clase o en el recreo. Ahora puede ejercerse a distancia, a través de internet, y esa intermediación, el no estar cara a cara, eleva la "intensidad" del insulto. De este modo lo explica el psicólogo y presidente de la Asociación contra el Acoso NACE, Javier Pérez Aznar, uno de los encargados de formar a los docentes gallegos para detectar estas situaciones y conocedor de muchos testimonios. Casos no faltan. Solo en Galicia, y según el último estudio realizado por la Universidade de Santiago, más de 14.000 estudiantes de 12 a 18 años sufren ciberacoso y 2.400 padecen chantajes.ciberacoso

Pero es el insulto, señala Pérez Aznar, junto a las amenazas, la forma más frecuente del ciberacoso "Lo que hay más son insultos y amenazas porque no hay contacto físico. Como hay distancia, sube la intensidad del mensaje y se ven barbaridades", explica, del tipo "Qué haces que todavía no te has muerto" o "Tu padre nunca te ha querido" a alguien adoptado. "La crueldad es extrema porque no hay un cara a cara y el impacto es brutal", subraya.

Pérez Aznar estará el domingo en Ribeira para explicar, junto a Iñaki Zubizarreta -que sufrió el acoso en sus propias carnes- las consecuencias de esas conductas, que algunas veces no van a más. Así ocurrió con dos amigas gallegas de 1º de ESO a la que compañeras de su clase le dedicaban, a través del Instagram de una de ellas, agravios como "cara de cerdo", o les decían que estaban "gordas". Al parecer, se trata de dos niñas "creativas" y a las que le gusta leer que no se ajustan al patrón fijado por sus compañeras. En su caso la historia tuvo final feliz. Se enfrentaron a sus hostigadoras, no se dejaron avasallar, y estas pararon.

En otras historias, la maldición se extiende. Cuenta Pérez Aznar, cuyo trabajo es de ámbito estatal, que existe un tipo de acosador que se toma la revancha en las redes por la persecución que pueda sufrir en el mundo real. Adolescentes, dice, que disponen de habilidades con los ordenadores y que saben cómo hacer correr rumores o mentiras, se comportan como trolls o hackean las cuentas de otros, aunque entre los acosadores el perfil es más variado. Porque en lo que respecta a la víctima, recalca, "puede ser cualquiera", sobre todo alguien "poco consciente de los riesgos" de la Red.

Otros casos que llegan hasta su asociación son los provocados por suplantación de identidades. Hay ejemplos variados, desde la chica cuyo teléfono aparece en una página de contactos y a la que le "amargan la vida", explica, hasta el perfil falso en Facebook de otra asociado a una fotografía íntima robada del móvil. Tras bloquearla, se reprodujo en otro perfil, lamenta.

Otros comportamientos "muy habituales" entre los adolescentes y que hacen "mucho daño es que excluyan de un grupo de WhatsApp", explica Pérez Aznar. "Es como media vida para un adolescente, que luego se pregunta "qué hace". Incluso, añade, hay chicos que se organizan entre 15 para denunciar a alguien y que le quiten la cuenta de Instagram o de WhatsApp.

El estudio coordinado por el profesor Antonio Rial Boubeta revela que el sexting es otra fuente de problemas. Uno de cada cuatro adolescentes que enviaron a terceros fotos o vídeos de sí mismos de contenido erótico o sexual, según sus informes, dice haber sufrido coacciones, tratándose de chicas en el 80% de los casos. Y de chicas habla también Pérez Aznar cuando menciona otra situación que perciben: las "pruebas de amor". Aunque son ellas las que suelen enviar estas imágenes privadas y que pueden acabar subidas a la Red y convertidas en públicas, también, avisa, hay profesionales en internet que se hacen pasar por chicas para conseguir fotos de adolescentes varones. Con todo, Pérez Aznar apunta que los especialistas están muy preocupados de lo que llaman "reforzadores", como las páginas sobre anorexia y bulimia, o por cómo descubre la "mayoría" de adolescentes el sexo, a través de una pornografía, afirma, con tintes de violencia.