Las reuniones que el papa Francisco mantendrá esta semana con los obispos chilenos para pedir "responsabilidades" ante la poca transparencia en los casos de abusos a menores son además una cita clave en su pontificado para mostrar la anunciada tolerancia cero ante los casos de pederastia.

Francisco se reunirá entre mañana y el jueves con ellos, después de haber constatado que fue mal informado respecto al obispo de la diócesis de Osorno, Juan Barros, a quien acusan de que sabía que el cura Fernando Karadima abusó durante años de menores.

El Papa, que hizo obispo a Barros, le defendió públicamente en varias ocasiones, también durante su viaje a Chile, e incluso rechazó su renuncia hasta dos veces convencido de su inocencia a pesar de la insistencia de las víctimas sobre que era un encubridor.

Francisco se había fiado de sus interlocutores en la Conferencia Episcopal chilena, pero a la vuelta del viaje a este país mandó realizar una exhaustiva investigación al arzobispo maltés Charles Scicluna, tras la cual confesó que había cometido "graves equivocaciones de valoración" por haber recibido "información inexacta" de los hechos. En una sala adyacente al Aula Pablo VI, el gran salón de actos donde se celebran las audiencias y que tiene como característica que se encuentra cerca de la Casa Santa Marta, donde reside Francisco, se reunirán durante tres días para pedir explicaciones y sobre todo para tomar decisiones acerca de la que se prevé una total reorganización de la Iglesia chilena.