Una pancarta en la manifestación estudiantil del pasado jueves en Vigo contra la sentencia de La Manada afirmaba que "el porno es la pedagogía de la violación". Poco antes, el vicepresidente de Xhamster. com, Alex Hawkins, reconocía a El Español que el incremento de búsquedas de La Manada en este portal de vídeos porno, uno de los más importantes del mundo, era "preocupante", y que habían decidido bloquear las búsquedas, marcando la distancia entre sus contenidos, de "entretenimiento", y un vídeo "criminal". "El consentimiento es sagrado y estamos con la víctima", reafirman en un texto que aparece cada vez que alguien busca La Manada en su web. Y subir vídeos en los que la mujer aparece inconsciente, aunque sea de forma simulada, está terminantemente prohibido.

Los vídeos amateur, grabados por no profesionales, constituyen un gran reclamo para los grandes portales porno como Xhamster, Xvideos, YouPorn o Pornhub, pero la industria pornográfica siempre ha tenido claro que el consentimiento es sagrado y que los vídeos los graban adultos sanos y conscientes para el disfrute de otros adultos. La cosa cambia cuando estos contenidos caen en manos de menores. En internet se encuentran a golpe de clic millones de vídeos gratuitos y sin restricciones. "El acceso a la pornografía no tiene filtros, la mayoría de las páginas no preguntan si eres mayor de edad -recuerda Emilio López, presidente de la Sociedade Galega de Sexoloxía-. Hay estudios que demuestran que el acceso a la pornografía está en edades de 9 o 10 años".

Ya en 2006, un estudio sobre La sexualidad en niños de 9 a 14 años, de los investigadores valencianos Rafael Ballester Arnal y María Dolores Gil Llario, constataba que el uso de la pornografía para excitarse ya se daba en el 9,4 por ciento de niños varones de entre 9 y 10 años, y a los 13-14 años el porcentaje se elevaba al 65,4%, frente al 8,8% de las niñas. El avance del internet móvil y de la tecnología 4G permiten que probablemente esas cifras sean hoy aún más preocupantes.

Paradójicamente, según este estudio, la idea de que la pornografía tiene efectos perjudiciales para la sexualidad de quien la utiliza se encuentra ampliamente extendida entre los menores, especialmente entre los más pequeños: así lo creía en 2006 el 78,3% de las niñas de 9 y 10 años.

Recuerda Emilio López que hay varios tipos de pornografía. La tradicional, dice, es "muy machista", y no transmite precisamente valores saludables. "Tiene un modelo muy heteropatriarcal, con unas conductas muy claras de control, de dominio, de sumisión, a veces de cierta humillación de las mujeres... El hombre toma el control, la mujer se deja hacer, son planos excesivamente genitales y generalmente terminan en la eyaculación del hombre. La expresión de la erótica y del placer de la mujer, lo que ella puede experimentar, queda totalmente obviado, se la trata como un objeto", subraya.

La dominación masculina en el porno es patente en subgéneros como el gang bang, en el que una mujer practica sexo con tres o más hombres, adoptando muchas veces una actitud de sumisión y, en ocasiones, simulando ser humillada. En una de las modalidades de gang bang, el bukkake, una serie de hombres se turnan para eyacular sobre una mujer. Tiene su origen en una milenaria práctica japonesa con la que se castigaba la infidelidad femenina. Otra de las subcategorías de sexo duro dentro de las webs porno es el gagging, felaciones en las que la mujer tiene o simula tener arcadas o atragantamientos al realizar una felación forzada.

Mercedes Oliveira, doctora en Filosofía y profesora de Educación Sexual, advierte de que la pornografía es la única educación sexual que reciben los jóvenes. "Hay una dejación de esa función por todas las instituciones: familias, sistema educativo y sanitario... La educación sexual no existe", lamenta. En cambio, los adolescentes y preadolescentes con acceso a internet, -según el INE, a los 10 años el 25% de los niños tienen móvil y a los 12, un 75%- acceden al porno con total facilidad. "Es muy fácil que una persona muy joven busque en internet y aparezca pornografía mainstream, cosificadora de las mujeres, que propone relaciones sexuales violentas, de sometimiento por parte de ellos; y por parte de ellas, de aceptación". Mercedes Oliveira lleva 35 años impartiendo educación sexual en las aulas y ha creado el Comando da Igualdade, un grupo de jóvenes de ambos sexos, formados por ella, que acuden a centros educativos, agrupaciones vecinales y ayuntamientos a hablar de aspectos relacionados con la sexualidad, el amor, la igualdad y la homosexualidad, entre otros temas. Sus vídeos están colgados en YouTube.

Para esta educadora, los jóvenes actuales "tienen unas vidas sexuales y afectivas contradictorias con su ideología democrática: se creen igualitarios, modernos y progresistas, cuando en sus vidas privadas responden a códigos que ni siquiera pueden analizar". Es lo que llama un "espejismo de igualdad".

Para la sexóloga Emma Placer, "hemos pasado del modelo de una educación sexual en los 80 y 90 exclusivamente higienista, basado en el miedo, en el 'póntelo, pónselo', a un modelo de educación sexual pornográfico, en el que niños y niñas de entre 9 y 14 años consumen este tipo de material pornográfico que constituye sus primeras referencias de educación sexual".

Disfunciones

La sexóloga gallega alerta de que ya se ven las consecuencias de esta mala educación sexual no solo en cuanto a violaciones y agresiones sexuales, sino en cuestiones de disfunción sexual. "Tengo en mi consulta chavales de 25 años con problemas de disfunción eréctil. Todos sus referentes están basados en el porno". Lamenta que los padres no quieren ver que sus hijos puedan consumir porno a tan corta a edad y desconocen los contenidos. "La madre de un niño de 11 años me decía: 'he leído en el whatsapp de una amiga 'no sé qué de un bukkake', ¿qué es eso? La madre, con 38 años, no sabía lo que era un bukkake, y el niño, con 11, era un experto en estas prácticas...".

Sostiene Emma Placer que la educación sexual en los colegios no fomenta la promiscuidad, sino todo lo contrario, y avisa que estamos dejando la sexualidad en manos de los dispositivos móviles y del porno. "Que a mí me encanta, pero soy mayor de edad y sé discernir".

El símil que utiliza para diferenciar la pornografía de la vida real es sumamente elocuente: "A mí me encantan los superhéroes, pero no me voy tirando por las ventanas, porque no sé volar -dice Emma Placer-. En cambio, los jóvenes sí repiten lo que ven en el porno, cuando el porno es ciencia ficción. Está bien para inspirarte, pero nada más".