Un protocolo hospitalario específico para madres que dan la luz a niños fallecidos es la petición que llevó hace apenas diez días al Congreso, Beatriz Rodríguez, una gallega que perdió a su hija en la 41ª semana de embarazo y que, posteriormente, fue ingresada "en la misma planta" que el resto de madres y "sin ayuda psicológica". Beatriz se reunió con la diputada del Grupo Popular María Teresa Angulo y con el parlamentario socialista Jesús María Fernández Díaz para trasladarles su propuesta, que cuenta ya con el respaldo de más de 225.000 firmas recogidas a través de la plataforma Change.org.

"Me llamo Beatriz y, como tantas otras madres, sé lo que es dar la luz a un niño sin vida. Este es un tema del que apenas se habla, porque es duro, porque desagrada y porque nadie sabe qué decir, pero es una realidad. La muerte perinatal existe y a quien la sufrimos nos ayudaría muchísimo que se aplicara un protocolo de actuación específico en los hospitales en los que damos la luz. No quiero que ninguna mujer pase por lo que tuve que pasar yo", cuenta esta gallega en su petición de la plataforma virtual de recogida de firmas. Y es que, según explica, "solamente determinados hospitales" disponen de directrices para abordar este tipo de casos. "No hay ayuda psicológica especializada, no hay ayuda para los familiares, nos ponen en el mismo lugar donde están otras mujeres teniendo a sus niños... Psicológicamente eso es muy duro", señala.

Una afirmación que respalda Jesica Rodríguez Czaplicki, presidenta de la Asociación Española de Psicología Perinatal y coordinadora del grupo de Psicoloxía Perinatal del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia, quien subraya que "pocas cuestiones son más duras de vivir y más difíciles de explicar que la muerte de un hijo, sea cual sea el momento en que esta se produce". "Si la muerte del hijo o hija ocurre en el período perinatal, la dificultad para expresar el dolor, encontrar una explicación y también para comprenderlo, se hace incluso aún mayor", apunta Rodríguez Czaplicki. "Las mayoría de las mujeres se sienten madres desde el mismo momento en que se saben embarazadas, y esto es así porque desde el inicio de la gestación comenzarán a sucederse una serie de cambios físicos y emocionales que le llevarán a la construcción de su identidad materna. A su lado, los padres, van haciéndose en ese papel de padre, comenzarán a vivir esa experiencia compartida, y entre los dos empezarán a fantasear con ese hijo que viene y su futuro, comenzarán a crear un proyecto de vida. Por eso, cuando el bebé fallece en el periodo perinatal, el mundo se vuelve del revés para estas madres, para estos padres, es un sufrimiento inmenso", remarca.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la muerte perinatal como la pérdida de un hijo que se produce desde la semana 22 de gestación hasta los primeros siete días de vida. En España, se produce en cuatro de cada mil nacimientos, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). La muerte gestacional tiene lugar antes de este momento. Rodríguez Czaplicki sostiene, no obstante, que el tiempo que la mujer haya llevado a su hijo en su vientre "no importa". "Da igual el número de semanas, para ella es su hijo y la pena, el dolor, la angustia están presentes, pero a menudo incomprendidos, porque si hay una realidad más allá del duelo perinatal y el dolor que genera, es la incomprensión social de las emociones y sentimientos que experimenta", señala. "Se trata de duelos negados, silenciados, incomprendidos. Son duelos desautorizados, pues se les niega a las madres -y a los padres-, en muchas ocasiones, la oportunidad de expresar y de sentir su dolor. La importancia de esta vida parece menor en comparación con otras", recalca esta psicóloga.

"No tuvieron compasión"

El 7 de diciembre de 2016, durante la semana número 41 de su embarazo, Beatriz Rodríguez acudió al Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHOU) para hacerse una prueba basal, un procedimiento que se realiza para comprobar el estado del feto antes del parto. "Me dijeron que estaba todo bien", asegura. Según su relato, acudía a entregar los resultados al Servicio de Urgencias cuando decidió ir al baño. En ese momento, Rodríguez encontró en su ropa interior lo que define como "un tapón amarillo". "Le pregunté a la enfermera si eso era normal y me dijo que me lo mirarían", prosigue.

Durante las pruebas que le realizaron a continuación, esta gallega asegura que la ginecóloga "se empezó a poner nerviosa porque no le encontraba el latido a la niña y me preguntó cuándo había sido la última vez que me habían hecho un basal". "Hace diez minutos, y estaba todo normal", respondió. Entonces, la doctora le certificó la muerte de la niña y, después de más de un día "con contracciones y sin ayuda psicológica", dio a luz la pequeña en un parto "normal", a pesar de que le practicaron una "cesárea inútil".

Rodríguez denuncia, además, que, después del durísimo trance de alumbrar a su hija muerta, fue ingresada durante un mes "en la misma planta" que el resto de mujeres que acababan de ser madres. "No tuvieron ni compasión ni nada, venían las madres con sus niños, les pedí que me quitaran de allí y me dijeron que no podían", sostiene. La experiencia, que esta gallega califica cómo "traumática" casi año y medio después, es algo que, en sus palabras "está pasando a muchísimas mujeres hoy en día y desde hace treinta o cuarenta años". "Las personas que te atienden en un parto perinatal o neonatal pueden ser grandísimos profesionales, pero en estos casos es necesario que, además, estén específicamente formados sobre qué necesitan unos padres que acaban de dar la luz a un bebé sin vida", escribe en Change. org.

"El duelo por muerte perinatal es complejo y a veces se puede convertir en patológico, especialmente si no existe un reconocimiento social del bebé, si no hay despedida y si no hay contacto físico", reitera Jesica Rodríguez Czaplicki, quien asegura que para superar este trance es muy importante "aplicar un protocolo a nivel nacional en los hospitales, que tiene coste cero porque muchos centros tienen ya los recursos". "Es mayor el coste de un duelo traumático -tratamientos por depresión, somatización, medicación- que la aplicación correcta de un protocolo en casos de muerte perinatal", insiste. Un protocolo que, desde el punto de vista de la presidenta de la Asociación Española de Psicología Perinatal, ha de incluir la presencia de un psicólogo especializado, no solo para acompañar a la familia, sino también al personal sanitario. "Las matronas, médicos y obstetras pueden necesitar apoyo psicológico, porque en muchas ocasiones ellos también se traumatizan. Están preparados para vivir un momento feliz, la llegada de una nueva vida, no para la muerte", señala.