Apesar de que los datos no son exactos, se calcula que entre el 6 y el 10% de la población escolar sufre un trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), que se suele considerar un sinónimo de fracaso y angustia vital. Esta idea preconcebida debe ser descartada, pues son muchos los personajes conocidos que lo han sufrido de pequeños y han llegado a un buen final en sus respectivas carreras (Luis Rojas Marcos o Verdasco son claros ejemplos). Se ha comprobado que estos niños presentan dificultades para realizar ciertas actividades, pero en sentido contrario, son muy capaces en otros campos, llegando a ser verdaderos especialistas en eso que les interesa.

Estas discrepancias en los datos han sido relacionadas con la posibilidad de que actualmente se estén realizando diagnósticos de TDAH en exceso. Son muchos los profesionales que consideran que se definen como hiperactivos niños que son simplemente "inquietos" sin llegar al fondo de la cuestión y estableciendo unas pautas que podrían no ser las adecuadas. Esta situación ha provocado un aumento exponencial del número de niños tratados con fármacos eficaces para ese trastorno (pero inútiles para otros) en todos los países europeos.

Las causas de su aparición no están claras. Se considera que influyen factores genéticos y ambientales, aunque no se sabe exactamente en qué medida. Tampoco se presenta únicamente en varones, aunque su proporción es más elevada que en las mujeres. No es simplemente educacional; es un trastorno neurobiológico que precisa un tratamiento específico para poder resolverse.

A pesar de que no siempre se cumple, pues hay varios subtipos del trastorno (algunos pacientes se muestran inatentos y lentos, por ejemplo), puedes reconocerlos por:

-Impulsividad, suelen actuar de manera inmediata, sin plantearse las consecuencias de sus actos. No son capaces de esperar su turno.

-Actividad, incluso en situaciones en las que deberían estarse quietos.

-Falta de atención, no se concentran en lo que se les dice.

-Aprendizaje, tienen problemas para asimilar lo que se les explica porque no les interesa, lo que suele desembocar en fracaso escolar.

-Comportamiento, suele ser imprevisible e inmaduro. Pueden ser agresivos física y verbalmente, aunque no suelen ser violentos.

-Competitividad, exagerada en todas las situaciones. Quieren ganar siempre y no son capaces de asumir su derrota ni aceptar que cometen errores.

-Movimiento excesivo y en situaciones imprevisibles.

Aunque se cree que desaparece con la edad, lo cierto es que son muchos los adultos en los que el TDAH persiste (aproximadamente un 60%), y especialmente en los que no han sido tratados, se pueden presentar otros trastornos como ansiedad, depresión y abuso de drogas. Esta situación provoca, normalmente, alteraciones sociales y laborales en quienes lo padecen y no les permite disfrutar de una buena calidad de vida.

El diagnóstico es complejo y debe realizarlo un especialista. Las dudas entre acudir a un psicólogo o un psiquiatra son frecuentes entre los padres, pero la recomendación es que ambos pueden ser necesarios. Se recomienda realizar una consulta en edades tempranas y mantener la observación hasta llegar al diagnóstico final. Es importante señalar que no todos los niños demasiado activos y con falta de atención son hiperactivos, pueden estar simplemente intentando llamar la atención de sus padres o deseando comunicar algo que les preocupa y no saber cómo hacerlo.

El tratamiento más eficaz sería la combinación de fármacos y las intervenciones psicológicas y escolares sin estigmatizar al enfermo. Es fundamental la colaboración entre padres, educadores y profesionales de la salud para ayudar a un paciente con este trastorno. Existen muchas asociaciones a las que dirigirse y conseguir la información precisa.

Algunos consejos pueden ayudar:

-Establecer metas a corto plazo y evitar castigos excesivos.

-No dejarse manipular y ceder a sus caprichos.

-Escribir en una agenda lo que tienen que recordar para impedir que se olviden y desorganicen.

-Matizar las críticas y reconocer lo que hacen bien.

-Potenciar las actividades en las que destaquen.

-No sobrecargarlos con obligaciones innecesarias.

-Facilitar que se puedan mover en el lugar en que se encuentren.

-Fragmentar los tiempos de trabajo, que sean cortos y tenga períodos de descanso intermedios.

-Dar normas concretas y bien definidas que puedan entender con claridad.

-Mejorar su autoestima. Darles pequeñas tareas y responsabilidades domésticas propias de su edad y que puedan realizar sin tensiones añadidas.

-Organizar un horario asequible que puedan cumplir y les facilite la conexión a la actividad y el descanso programados.

-No distraerlos de lo que están haciendo.

-Crear un ambiente sereno y ordenado.