La serie La casa de papel pasó a medio gas por Antena 3 hasta que atracó en Netflix. Y fue la bomba internacional. Uno de los capos del guión es el periodista y escritor cántabro Javier Gómez Santander.

-¿Cuál es su papel dentro del equipo de guionistas?

-Yo fui guionista en las dos primeras temporadas de la serie. Es una labor de equipo y somos unos cuantos ahí pensando en qué puede pasar y luego escribiéndolo. Borrando, volviendo a pensar, volviendo a escribir. Ahora soy el coordinador de guión de la tercera temporada.

-¿Por qué va como un tiro en el mercado internacional?

-El espectador ha cambiado, creo yo. Ahora quiere ver tres episodios seguidos y sin publicidad. Eso te lo dan las plataformas como Netflix. Antena 3 hizo un gran trabajo y la serie funcionó en España, pero es cierto que el verdadero estallido ha sido en el mundo. Lo que nos dice eso es que ya hay generaciones enteras que no ponen la tele convencional.

-¿Le ha venido bien adelgazar en duración y quitarse grasa publicitaria?

-Creo que tiene más que ver con la publicidad, que es capaz de cargarse cualquier clímax narrativo. Si no fuese así, pagaríamos para que nos pusieran anuncios y hacemos lo contrario. El espectador de series, que lo mismo te ve en la tele que en el móvil, es especialmente sensible a esto.

-La serie de habla no inglesa más vista de Netflix. ¿El mercado latino esperaba como agua de mayo una producción así?

-En Latinoamérica ha sido un huracán. Nunca había sucedido algo así. Nos llaman y nos escriben a diario de medios de allí y los actores son celebridades. El otro día estuvo en Buenos Aires Pedro Alonso, Berlín en la serie. Su hotel estaba rodeado de fans, le seguían fotógrafos y televisiones por la calle. Una locura. ¿Por qué ha pasado? Yo creo que sí, tiene que ver con la lengua. Y creo que tenemos un vehículo común, el idioma, que va a hacer que el mercado latino cuente, de ahora en adelante, mucho más en las producciones internacionales. Estamos en un momento importante, de cambio. Que Netflix esté produciendo en todo el mundo va a cambiar el panorama más de lo que parece. Y tenemos la suerte de ser la segunda lengua más hablada si excluimos el chino, que no cuenta porque en China no entran estas plataformas.

-Poco sexo y violencia la justa. No parece una serie de esta época...

-Una de las claves es que el atraco fuera blanco, con poca violencia. La justa, sí. Es parte del plan. Los atracadores tienen que caerle bien a la opinión pública para que la policía no pueda freírles a balazos. Lo del sexo... como pasa en la vida, el que se pudo. Es que hay que ser muy bueno para conseguir aproximaciones carnales rodeado de armas y con la policía en el cogote.

-¿En qué se diferencia esta serie de productos americanos similares?

-Una de las claves es que es novedosa en su propio planteamiento. Es la primera vez que se hace una serie de un atraco. Se han hecho películas, pero nadie se había llevado el género a tantos minutos de ficción, y da para ello. Ahí está la primera clave. La otra es que hemos visto muchas veces a personajes estadounidenses, pero fuera no han visto tanto a personajes españoles. Y gustan mucho. Gustan en América Latina, pero también en Arabia Saudí o en Turquía. Hay algo lúdico en el carácter español que es muy entretenido.

-Supongo que la palabra Netflix le sabe a gloria...

-A teta de novicia, que se decía antes. Pero no me ponga usted de titular: "Netflix sabe a teta de novicia", que me cuelgan. Claro, es que es un gran titular. Mejor no se lo digo. Hagamos como que no lo he dicho.

-En Turquía las autoridades la ven como una crítica al Gobierno de Recep Tayyip Erdogan.... ¿Flipante?

-Sí. Mucho. Todo se desató con una campaña de Netflix rodada en lugares simbólicos para la oposición de Erdogan; el resto vino solo. ¡Han estudiado prohibirla por incitar a la rebelión! Hombre, nos planteamos alguna cosa sobre el sistema, pero tampoco era nada personal, señor Erdogan.

-¿Se pasa a la ficción definitivamente o el periodismo le hace tilín aún?

-De momento estoy en la ficción, y muy contento. Pero sigo con una patita en la Cadena Ser, una vez a la semana con Toni Garrido.