Los dos responsables del estudio, Rial Boubeta e Isorna Folgar, dan la voz de alarma. El primero, porque considera que el de la sumisión química es un "problema enmascarado" y que muchos casos no se cuenta porque las víctimas olvidan lo que ocurrió o porque no quieren. Manuel Isorna, profesor de la Universidade de Vigo, pero también técnico en drogodepedencias que lleva años en contacto con los jóvenes y sus problemas, también opina que las cifras "se quedan cortas" (lo que atribuye a que haya pocos universitarios en el estudio, dado que se trata de un piloto) y advierte de que el fenómeno "va a más". En ese sentido, explica que en el mundo universitario el consumo de drogas con el fin de mantener relaciones sexuales con las chicas es vox populi, siendo una de las sustancias más utilizadas con fines de sumisión química y facilitadora del asalto sexual, la ketamina, porque es muy fácil de adquirir, o GHB.

Isorna explica que se dan casos en los que se incita a otra persona a beber para luego, en un estado de indefensión, aprovecharse de ella, aunque no siempre se denuncia. Este experto señala que, además, cuando alguien está bebido es más fácil que no se de cuenta si le echan algo en la bebida. Por ejemplo, dice, en Francia usan los tranquilizantes y este tipo de sucesos se dan más en cenas de Navidad de empresas.

Isorna destaca que este fenómeno se produce en un contexto en el que hay estudios que alertan de que "nunca tuvimos una generación tan machista como ahora". Hay videojuegos, cuenta, donde los chicos aprenden como "normales" comportamientos vejatorios hacia la mujer y pide atención a los valores que se están transmitiendo.