Organizar de manera adecuada los menús diarios es imprescindible para alcanzar un objetivo último y primordial: estar sanos. En su planificación debemos incluir nutrientes de cada grupo de alimentos:

-Leche y derivados, para el mantenimiento de huesos y dientes.

-Carnes, pescados y huevos, fuente de proteínas imprescindibles para nuestros tejidos y órganos.

-Cereales, patatas y legumbres, que aportan la energía necesaria para la realización de las funciones vitales y el ejercicio físico.

-Verduras y frutas, con minerales y vitaminas, nutrientes reguladores del organismo.

-Grasas, que aportan energía de reserva, ya que el organismo no puede producirla por sí solo.

Podemos incluir entre nuestros hábitos saludables:

-Variar al máximo la alimentación (evitando repetir) e incluir alimentos de todos los grupos.

-Distribuir los nutrientes en 3 comidas principales (más completas) y 2 intermedias (media mañana y merienda).

-Mantener un horario constante y realizarlas en un ambiente agradable.

-Comer lentamente, masticar de forma adecuada y evitar problemas (discusiones) o interferencias (televisión, radio, etc.) mientras se está comiendo.

-Cocinar de manera sana (horno, cocido, papillote, etc.) prescindiendo de los fritos y no abusando de sal y aceites.

-Utilizar especias (orégano, perejil, albahaca, etc.) para aliñar los platos y aprovechar todas sus ventajas.

-Incluir a diario: lácteos (leche o derivados), verduras (crudas y/o cocinadas) y frutas (unas 5 piezas y siempre una con abundante contenido en vitamina C). A lo largo de la semana se recomienda comer con la misma frecuencia carne que pescado, un máximo de 5 huevos y 2 ó 3 veces a la semana arroz, pasta, legumbres y patatas.

-Evitar el consumo de dulces, refrescos azucarados, zumos envasados, bollería, etc.

Además, los especialistas insisten en que en determinadas situaciones la dieta juega un papel primordial y debe adaptarse a ellas. Cualquier medida será pautada por el médico y debemos seguir fielmente sus indicaciones sin modificarlas. Estos momentos especiales requieren un aporte nutricional específico en función de las necesidades del paciente. De manera general:

1. En el preoperatorio, se suele recomendar una "dieta blanda de protección gástrica" para provocar el mínimo estímulo digestivo en los días previos a la intervención. Se opta por los fáciles de digerir, preparados de manera sencilla y sana. La cantidad consumida debe ser baja, por lo que se recomienda usar platos de postre.

Los objetivos de esta dieta serían: facilitar la cicatrización, evitar las infecciones, conseguir una pronta recuperación y reducir el peso en pacientes obesos para mejorar su recuperación. Son buenos cicatrizantes: vitaminas A y C, metionina, arginina, cisteína, hierro, magnesio, manganeso, cobre y zinc (pues son cofactores de la síntesis de colágeno).

Elige alimentos que contengan proteínas, minerales y vitaminas, como: levadura de cerveza y aceite de oliva (arginina); frutos secos y salmón (metionina); germen de trigo y frutos secos (cisteína).

2. En el postoperatorio (tras una cirugía general), la dieta pretende favorecer la cicatrización de las heridas y la recuperación de los tejidos afectados por la cirugía, evitar complicaciones secundarias, etc. Se precisa una dieta progresiva que se inicia en el hospital y debe continuarse en casa en función de las necesidades del paciente y las órdenes del médico. Normalmente, tras la operación, se comienza con la administración de suero intravenoso y, poco a poco, se van introduciendo los alimentos hasta restablecer la dieta normal.

Puede hacerse coincidir el horario de la comida con la toma de medicamentos pautada por el médico. Es importante tener en cuenta que hay fármacos que interaccionan con los alimentos (por lo que no se pueden consumir conjuntamente) y viceversa; algunos deben ser suministrados con la comida para favorecer su absorción.

Elige alimentos que contengan proteínas, minerales y vitaminas como: carne, huevos, legumbres, etc.

3. Tras una cirugía otorrino o maxilofacial, puede ser necesario modificar la ingesta oral del paciente para favorecer la cicatrización, prevenir o corregir la pérdida de peso y facilitar la ingesta en relación con la capacidad de masticar y tragar del paciente.

Se recomienda una dieta líquida (si no pueden masticar o tragar sólidos), pastosa (si no toleran líquidos), líquida y pastosa (si pueden tragar pero no masticar).

Para preparar purés: zanahoria, que contiene vitaminas y minerales y es fuente de betacaroteno (imprescindible para el cuidado de la piel y la vista) y pescado, pues se digiere con mucha facilidad y su composición nutricional lo hace muy adecuado. Interesante la presencia de vitaminas (A, D, B y E), aminoácidos (lisina, triptófano, colina) y abundancia en ácidos omega-3 y 6.