El caso de una niña de 9 años en Reino Unido que está en terapia intensiva por su adicción al videojuego Fortnite tras llegar a orinarse encima para seguir jugando es un caso extremo de un problema cada vez más común, el de las adicciones a internet, móviles y videojuegos. La OMS ya reconoce como patología el uso compulsivo de videojuegos mientras que las dos primeras todavía están en estudio aunque los expertos subrayan que ya deberían estar en el listado de trastorno. Uno de ellos es el gallego Manuel Isorna, que considera que, en el caso de la menor británica, "son sus padres, y no ella, quienes tendrían que estar a tratamiento por no educar a esa hija con límites y respeto a las normas".

Profesor de la Universidade de Vigo y experto en conductas adictivas, Isorna subraya que el ejemplo de la niña británica es un caso extremo de algo que ocurre a nivel global. "La adicción a videojuegos es un problema enorme y su sintomatología son problemas de depresión, de aislamiento y de poca capacidad de frustración porque los niños no juegan ya en la calle. Tendrían que estar compartiendo y jugando con otros niños pero están en su habitación con la consola, la tablet o el móvil", explica. También la obesidad es uno de sus síntomas. "Se atribuye a la mala alimentación pero todo está relacionado: comen mal, comida precocinada y bebidas azucaradas y luego están sentados cinco horas jugando a los videojuegos y todo eso no se quema", dice.

La solución pasa por dificultar el acceso a los videojuegos ("de los cuales el 99% son muy violentos"), pero sobre todo por formar a los padres de la generación nativa digital. "Habría que obligarles a formarse, a acudir a las aulas para que sepan los riesgos que tienen las nuevas tecnologías y cómo establecer los límites porque si no se hace nada en la próxima década esto será imparable", añade.