Según los expertos, un adulto sano puede ingerir 2 gr de sal al día, admitiéndose 5 gr como máximo; si sufres diabetes, insuficiencia renal o hipertensión, no deberías superar los 1.5 gr. En España, el consumo alcanza valores de 10 gramos al día, muy lejos de las indicaciones saludables. El exceso provoca problemas en tu organismo como:

-Aumento de peso porque favorece la retención de líquidos.

-Pérdida de calcio, y con ello, la aparición de osteoporosis.

-Reduce la expulsión de toxinas de la sangre.

-Aumenta la presión arterial, aunque muchos hipertensos pueden ser resistentes a la sal.

Tampoco es bueno eliminarla completamente, salvo expresa indicación médica. Cuando estamos bajos de sodio, podemos sufrir mareos, pérdida de fuerza muscular, hipotensión, etc. Las autoridades sanitarias recomiendan el consumo de sal yodada para evitar la carencia de este elemento en toda la población, pero especialmente en embarazadas y niños en período de crecimiento.

Además de las recomendaciones sanitarias, nuestro cuerpo necesita una baja cantidad de sodio procedente de los alimentos de uso habitual (como la leche o los huevos) y, aunque controlemos el salero, hay muchos elementos presentes en nuestra dieta que contienen sal oculta que hace que los valores se incrementen exponencialmente. Los que mayor cantidad contienen son: pan, hamburguesas, embutidos, pizza, sopas de sobre, queso, pasta, salsas elaboradas, snacks, etc.

No es fácil saber qué tipo de sal emplear de manera habitual en nuestros menús diarios. Normalmente nos centramos en que sea gruesa o fina, sin plantearnos mucho más, pero son numerosas las variedades de sal utilizadas en la cocina. Las denominaciones son diferentes en función de su origen, composición, forma del grano, etc. y hemos seleccionado las más interesantes desde el punto de vista gastronómico y nutricional. Además, nos ofrecen la oportunidad de probar nuevas combinaciones que realzan el sabor y textura de nuestras recetas, ya que las podemos encontrar incluso con diferentes elementos (como limón, por ejemplo). Destacarían:

-Flor de sal, denominación que corresponde a la primera capa de sal que se forma en las salinas mientras se produce la evaporación del agua y se recolecta de manera artesanal. Con este procedimiento se obtiene un grano cristalino, redondeado, de tonalidad violeta, textura crujiente y ligeramente húmeda. Se considera de alta calidad y forma parte de los platos más reconocidos por los expertos.

-Sal ahumada, elaborada mediante un proceso de ahumado y recomendada para macerar alimentos (especialmente pescados) pues presenta un sabor muy intenso.

-Sal común, se refiere a la que no hace referencia a su origen (marino o rocoso).

-Sal del Himalaya, procedente de las rocas ancestrales de las montañas de Pakistán. Se considera rica en hierro y otros elementos minerales (aunque no es suficiente para cubrir las necesidades nutricionales diarias) y tiene un sabor más amargo.

-Sal hiposódica, cuyo contenido en sodio es más bajo de lo habitual (como mínimo presenta un 10% menos), por lo que resulta recomendable para los hipertensos. Suele presentar adición de yodo.

-Sal ligera, en la que la reducción del contenido en sodio debe ser igual o superior al 30% y también se encuentra enriquecida en yodo. Resulta ideal para quienes padecen hipertensión arterial.

-Sal Maldon, procedente de las finas capas de sal formadas en el río de Maldon (Inglaterra) donde se generan cristales en forma de escamas que le dan también su nombre (pues se conoce como sal en escamas). Ideal como decoración final en platos de carne y pescado.

-Sal marina, obtenida por evaporación del agua de mar que conforma granos finos (sal fina) o gruesos (sal gorda). La segunda resulta perfecta para elaborar carnes, pescados o mariscos a la plancha o a la parrilla.

-Sal orgánica, compuesta por minerales y carente de moléculas de carbono. Es una denominación que puede confundir al consumidor, pero que garantiza que carece de aditivos y se ha utilizado agua natural para su elaboración.

-Sal roja, procedente de Hawái tiene un color rojizo debido a la presencia de hierro. Su sabor es más fuerte, por lo que puede alterar el sabor de los alimentos.

-Sal yodada, a la que se ha añadido yodo para evitar el déficit de este mineral. Se puede utilizar en cualquier tipo de elaboración y es la más recomendada para evitar problemas asociados a esta situación de carencia de yodo.