La gran alianza. No se veía algo así desde los tiempos del reality del castillo de las mentes prodigiosas -imaginen a la bruja Lola, a Paco Porras y así bajo un mismo techo- y, antes de eso, el caso de las Brujas de Zugarramurdi y, antes, la velada de Walpurgis. Alguna conjunción astral, o el inminente paso de un cometa, ha producido una gran alianza entre los más grandes videntes como no ocurría desde la Edad Media. Y todo por un frente común, por un mismo enemigo, todos contra el Maestro Joao. Aramís Fuster, Sandro Rey y Esperanza Gracia versus Joao. Le han dicho de todo menos bonito, les parece más evidente que vidente. Recelan de sus dotes.

El rumor. Ya está. Ha ocurrido. El peligro estaba ahí todo el rato, latente. El rumor se ha extendido como un reguero de pólvora. El hijo de Isabel Pantoja podría escribir -y cuando decimos escribir lo decimos en un sentido laxo del término- un libro. Piensen lo peor y acertarán: sobre sí mismo. Algunos dicen que no es cierto, pero lo mismo dijeron cuando anunció que escribiría -reproducir aquí el mismo texto entre guiones anterior- algunas canciones y héte. Lo mismo cuando empezó a sonar como protagonista de una película, ¿y? Igual cuando se supo que sentaría la cabeza, se casaría y sería padre de familia. Así que yo que ustedes me iría repasando las letras de Dale, Choka Choka y así. Para estar preparados. Por lo que pueda venir.

El robo. Si en tu cuenta de Instagram tu nombre va solidificado, como estatua de sal o sarraceno de leyenda hecho columna de piedra, al de la meca del cine, la ciudad de las estrellas, la colina donde los sueños se hacen realidad, aunque en tu curriculum figure Campamento de verano en lugar de Juego de tronos, te pasan esas cosas. Viajas Los Ángeles-Barcelona, te despistas un momento para ir a alquilar, no sé, un Ferrari, y plaf, te roban, porque esto es un país bárbaro -en el sentido chungo, no el guay-: un rólex, miles de euros (calderilla), los anillos de boda, el certificado de matrimonio (a ver quién no lo lleva en la cartera, a mano), las green cards (igual)... Sonia Monroy no puede con su antiguo país. Se ha hecho a lo otro, a la civilización, a Donald Trump. La hemos perdido, Pedro.

La leña. Laura Bozzo, una presentadora peruana muy histriónica que hace unas cosas que ríanse ustedes de Jorge Javier y todos estos, se ha metido con el novio de Isabel, digo del Nobel, Vargas, haciendo bueno el dicho aquel de hacer leña del árbol caído.

El árbol caído es el propio, que anda de reposo con las posaderas amoratadas tras sufrir un accidente doméstico. La presentadora arremete contra el novelista por mal peruano, por haberse venido a España a las faldas de la reina, no esa, la de corazones. En cambio no dice nada de Mónica Hoyos o Míriam Saavedra, las dos exparejas del presentador de televisión Carlos Lozano. Y es el mismo caso. O parecido.

Morosos. Algunos tienen la piel muy fina. Kiko Matamoros no. Kiko Matamoros, para nada. Ese la tiene tipo reptil, rollo tyrannosaurus. De todo lo que le hayan podido llamar a Kiko Matamoros en esta vida, propios y extraños, moroso debe de ser lo más suave, música para sus oídos. ¿Que debe un millón a Hacienda? Pues bueno, pues vale. ¿Que vive por encima de sus posibilidades? Pues bueno, pues vale. Se hace uno unas exclusivas, unos realities, unos buenos escándalos y va tirando. A estos les gusta codearse con la gente con la que se codean, aunque sea en la lista negra del fisco. Igual es por eso por lo que igual no va a la boda del hijo. Por eso o porque aquél le puso a caer de un burro en todos los programas de televisión y revistas que se le pusieron a tiro, que también puede ser. La excuñada, a exmodelo, le ha conminado a asistir al enlace. A ella, por cierto, le vuelve a unir la dichosa lista de morosos: también el exmarido de la exmodelo, excuñada, de Kiko Matamoros, el de la piel de reptil y colaborador del programa Sálvame de Telecinco, figura en ese lugar común en el que se codea la gente así. El mundo, ya lo dijo no sé si un filósofo o el ministro del ramo, es un pañuelo.