"Buenos días, soy el secretario de Salvador Sobral. Le paso con él. ¡Es broma! ¡Soy yo! ¿Qué tal?". No hay mejor presentación de Salvador Sobral que esa primera toma de contacto por teléfono. Bromista, reflexivo y a la vez entusiasta. A Sobral no le faltan motivos para ser feliz. Incluso lo hubiera sido sin haber ganado Eurovisión en 2017. "Lo único que quiero es aprovechar el tiempo y disfrutar", señala el cantante de 28 años. Aunque asegura que se ha acostumbrado a que la gente le pare por la calle, admite que no le gustan las fotos. "A veces me siento incómodo", asegura con timidez.

-En sus conciertos veraniegos comparte cartel con algunos de sus ídolos, como Brad Mehldau...

-Sí, la verdad es que me parece surrealista. También compartiré cartel con él en el Festival de Jazz de San Sebastián. Voy a estar al lado de grandes del jazz. No me cabe en la cabeza, y yo ahí, haciendo mis tonterías (ríe).

-¿Cómo está siendo su viaje por España? Todo el mundo le reconoce, ¿verdad?

-Sí, aunque hubo un punto de inflexión importante, mi aparición en [el espacio televisivo] "El hormiguero" hace algunas semanas. Antes de salir en televisión pasé tres días en Madrid y nadie me reconocía, pero en cuanto aparecí en el programa de Pablo Motos todo el mundo en la calle me saludaba y me pedía hacerse fotos conmigo. Fue un proceso muy gradual y muy rápido. Fue muy curioso. ¡Para hacer un documental! (ríe).

-¿Se ha acostumbrado a la atención del público?

-La verdad es que no, a veces me agobia un poco, pero tengo que lidiar con eso. Es una circunstancia más de esta profesión.

- Desde su triunfo en el festival de Eurovisión hasta ahora ha pasado poco más de un año en el que le han pasado muchas cosas, como su salto a la industria musical a escala internacional o su trasplante de corazón. ¿Cómo lo lleva?

-Estoy en un momento de máxima felicidad. Estoy muy agradecido a la vida. Llevo con mi enfermedad -una insuficiencia cardíaca- desde los 21 años. El trasplante de corazón me da muchas esperanzas. Creo que ya me toca vivir. Visitar España es mi gran recompensa después de todo lo que he pasado.

-¿Le ha cambiado su percepción sobre la vida?

-Completamente. Hay que vivir sin rodeos y aprovechar cada día. La única parte positiva de la enfermedad es darte cuenta de todo eso. Hay que dar valor a las cosas, la vida es muy sencilla. Creo que hago lo que todo el mundo debería hacer: Decir lo que quiero y hacer lo que quiero. Esa perspectiva de la vida también ha afectado a mi manera de componer o interpretar música.

-El jueves sacó al mercado un nuevo single , Cerca del mar , en español.

-Sí, me encanta cantar en español, es un idioma muy bonito.

-Se ha dicho de usted que simboliza la reconciliación de las culturas lusa y española.

-¡No, por favor! No cargue esa responsabilidad sobre mí (ríe).

- Pero sí que es cierto que hacía mucho que no existía una figura portuguesa tan mediática como la suya en España.

-Supongo, aunque creo que es todo por Eurovisión. Considero que el intercambio entre nuestras culturas se inició hace algunos años. De hecho Silvia Pérez Cruz y Drexler son famosos en mi país. Es cierto que existe una cierta apertura de España hacia Portugal, y es porque mi país se ha modernizado mucho en los últimos años. Cada vez hay más españoles que visitan Portugal, donde la economía va mejor. Creo que ese es la verdadera causa del "intercambio ibérico", no yo.

- Hablando de Eurovisión, sabe que algunos analistas de televisión auguraron un viraje del festival hacia una música menos comercial como consecuencia de su triunfo en 2017. Este año ganó Netta. ¿Seguimos igual?

-Sí, el festival no ha perdido su esencia. Yo gané el certamen porque era diferente, al igual que Netta o Conchita Wurst. Siempre gana lo que es diferente. No tiene nada que ver la calidad musical.