Solo un hombre por cada veinte mujeres deja el trabajo para cuidar de sus hijos o de sus padres. Son ellas las que firman nueve de cada diez excedencias para cuidar a sus vástagos e, incluso entre las empleadas públicas, quienes acaparan dos terceras partes de las autorizaciones que el Ejecutivo gallego concede de flexibilidad horaria. No sorprende, por tanto, que el sexo mayoritario en las beneficiarias del programa de respiro familiar de la Xunta, pensado para que los cuidadores habituales de dependientes puedan tomarse unas vacaciones alguna vez, sea también el femenino, en una proporción de tres a uno sobre los varones.

El año pasado un total de 687 cuidadores familiares (ocho de cada diez de ellos mujeres: cuidadoras) hicieron una o varias pausas "en su proceso de atención habitual a una persona en situación de dependencia o discapacidad en su domicilio y contaron con el apoyo de la Consellería de Política Social, lo que supone que pudieron dejar a sus parientes en buenas manos". "Con esta cifra, son ya más de 3.100 personas las beneficiarias en el último lustro del programa de Respiro Familiar", aclara la Xunta.

El objetivo de esta iniciativa promovida por la Administración es mantener a las personas en situación de dependencia o discapacidad en su domicilio y ofertarle a su cuidador habitual la posibilidad de disponer de unos días para su descanso o para solventar situaciones de emergencia que se le presenten mientras la persona a la que cuidan (siempre que tenga más de 16 años y una dependencia reconocida de grado II o III) es atendida "adecuadamente" en alguno de los centros residenciales que colaboran en la iniciativa. Son un total de 50 en Galicia, la mayoría de ellos (18), en Pontevedra, pero también en A Coruña (14) y Lugo y Ourense (con nueve en cada ciudad).

Los cuidadores no solo tienen la posibilidad de presentar su solicitud en cualquier momento del año (eso sí, un mes antes de la fecha en la que solicita su respiro, aunque se admiten situaciones de emergencia excepcionales), sino que puedan optar a varias modalidades: estancias de dos semanas, de 45 días en casos excepcionales, o de fin de semana. Cada una tiene sus requisitos en cuanto al número de veces que puede utilizarse. Al margen de la modalidad elegida, el usuario aporta una parte de la cantidad que cuesta la estancia, que viene definida por sus ingresos, y en todas las situaciones el centro asociado asume un servicio que incluye alojamiento, manutención completa en habitaciones dobles, menú bajo supervisión médica y atención integral, tanto médica como psicológica y social.

El año pasado la mayoría de los beneficiarios -en dos de cada tres casos- prefirió optar por las dos semanas de pausa y solo una cuarta parte eligió disponer de algún fin de semana libre. En el 5% de los casos lo que demandaron fue lo que se denomina una libranza de cuidados (que suponen 45 días).

El departamento que dirige José Manuel Rey Varela atendió el año pasado, si solo se analiza el total de beneficiarios (aunque alguno de ellos pudo haber disfrutado de varios respiros) el 60% de las 1.159 solicitudes recibidas, la cifra más alta de demandantes de los últimos años. De hecho, también se alcanzó un número de beneficiarios un 7,6% superior al del año anterior. La mitad de esas peticiones proceden de la provincia de Pontevedra, mientras que un tercio son de A Coruña y Lugo (10%) y Ourense (4,4%) se reparten el resto.

El hecho de que los usuarios sean mujeres se confirma con independencia de la modalidad: en las estancias quincenales representan el 75%; en las de fin de semana, el 83%, y casi el 82% en las libranzas del cuidador, y la tónica es la misma en las cuatro provincias, explican fuentes de la Xunta.