Con apenas 29 años impartió un seminario en la Universidad de Cambridge al que asistieron Francis Crick (Premio Nobel de Medicina en 1962) y Sydney Brenner (Premio Nobel de Medicina en 2002). Cuatro décadas después, Ginés Morata (Almería, 1945) es uno de los científicos españoles más reputados a nivel mundial. Lo ha ganado casi todo, incluido el premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, que recibió en 2007. El último reconocimiento le llegó hace apenas unos meses, de la mano de la Royal Society, que le nombró Foreign Member (miembro extranjero), una distinción que en España solo tienen Ramón y Cajal, Severo Ochoa, García Bellido y Avelino Corma. Los resultados más importantes de sus investigaciones pasan por entender por qué una célula adquiere conocimiento de su identidad o por qué las células compiten entre sí para sobrevivir, dos contribuciones fundamentales para avanzar en el origen, y en el abordaje, de numerosas enfermedades. Esta tarde (17.00 horas) intervendrá en el segundo Simposio Internacional Julio Palacios, organizado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), la Universidade da Coruña (UDC). Un encuentro que desde ayer reúne en el Rectorado coruñés a destacados expertos internacionales, que analizarán los últimos avances en cáncer, medicina personalizada y Big Data.

- ¿Si tuviera que definir con una sola palabra la situación actual de la ciencia española, cuál emplearía?

-Penosa, por la falta de interés por parte de nuestros gobernantes. En los últimos años, la asignación científica ha descendido en casi un 30%. Es un auténtico desastre. La ciencia, en España, no se ve como una prioridad. Prueba de ello es que hemos empleado tiempo y dinero en formar a jóvenes con talento, que terminan siendo contratados por instituciones extranjeras. Estamos financiando la ciencia los países anglosajones y Estados Unidos. Y esto debería preocupar a cualquier gobierno.

- Pedro Sánchez ha recuperado el Ministerio de Ciencia y ha puesto al frente de ese departamento a un científico de renombre, el astronauta Pedro Duque. ¿Se empieza a ver la luz al final del túnel?

-No diría tanto, porque acaban de llegar al Gobierno. Pero hay motivos para un optimismo moderado. Pedro Duque es un persona con conocimientos científicos, y antes de ser nombrado ministro ya había hecho declaraciones sobre la necesidad de incrementar la inversión en ciencia. Me gustaría pensar que su gestión va a ir por ese camino.

- ¿Cuáles son los retos más urgentes?

-Lo primordial, insisto, es invertir más en ciencia. Crear nuevos puestos de trabajo de calidad, nuevas infraestructuras. No se trata de inventar nada nuevo, sino de copiar lo que ya están haciendo países de nuestro entorno, como Francia, Alemania o Reino Unido, porque nos estamos quedando atrás.

- ¿Qué Gobierno español ha sido, hasta el momento, el más volcado con la ciencia?

-El primer Gobierno de Felipe González. Fue la época dorada de la ciencia española. Se encargó la gestión científica a gente competente, se copió lo que hacían otros países más adelantados y se crearon infraestructuras, como las agencias para evaluar los proyectos de investigación. No es nada original, pero invirtieron en ciencia y el resultado se notó en poco tiempo.

- Frente a esa "época dorada" de la ciencia española, ¿cuál habría sido la etapa más desastrosa?

-Los últimos años han sido, sin duda, los peores.

- ¿Después de cinco décadas a pie de microscopio, la curiosidad sigue intacta como el primer día?

-Por supuesto que sí. Ser científico es un oficio fascinante, pese a las dificultades que conlleva. Uno no se va a hacer rico con esto, pero siempre habrá problemas que resolver, lo cual supone una motivación constante. Es muy enriquecedor.

- ¿Si la naturaleza hablara, qué le preguntaría?

-Siempre me ha llamado la atención saber cómo se organiza el cuerpo humano en las tres dimensiones del espacio. Por qué tenemos la cabeza en un sitio y, por ejemplo, las extremidades en otro. O los fenómenos de regeneración de los órganos. Que un anfibio pierda una parte de su cuerpo y sea capaz de recuperarla me parece fascinante. La respuesta a todas estas cuestiones está en los genes.