Santa Teresa de Jesús, la gran mística, tuvo también un amor terrenal: Jerónimo Gracián. Un fraile treinta años más joven con el que mantuvo una profunda relación que llevó a generar sospechas dentro de la Orden de Carmelitas Descalzos y que dejó huella en las 114 cartas que la religiosa remitió a Gracián. Una de esas cartas, manuscrita y autógrafa, ha sido recuperada por la Guardia Civil junto a una veintena de obras de arte, en una operación que destapó el expolio y venta ilícita de objetos patrimoniales propiedad del Arzobispado de Valladolid a través de un anticuario de la ciudad castellana y una casa de subastas de Madrid.

La Benemérita ha recuperado dos cartas manuscritas de Santa Teresa, aunque resulta especialmente relevante la que corresponde a su correspondencia con Gracián. Cuando se conocieron, en torno a 1575, la mística tenía 60 años y Gracián, con fama de aventurero y de hombre agraciado, apenas tenía 30. Pero la afinidad entre ellos fue inmediata, y en los siguientes siete años, los últimos de la vida de la religiosa, su relación se volvería tan estrecha que haría crecer en torno suyo las sospechas de una relación carnal y que llevaría a Santa Teresa a escribir en clave, por temor a que ojos ajenos viesen los deseos y pensamientos que volcaba en esas cartas. La afinidad entre ambos surgió desde su primer encuentro, en Beás de Segura, en el año 1575. La misiva recuperada está fechada en Ávila el 19 de agosto de 1578.