Con 8. 584 nuevos pacientes en 2017 de cáncer de estómago y de 6.760 de cáncer de páncreas, ambas tipologías representan una incidencia media o baja, pero al detectarse en fases avanzadas de la enfermedad conllevan una elevada mortalidad. En España la incidencia del cáncer de páncreas es de 8-10 casos por 100.000 habitantes al año, representa el segundo tumor maligno gastrointestinal en frecuencia y es la tercera causa de muerte por cáncer en adultos. Su incidencia aumenta a partir de los 45 años y es más frecuente en hombres que en mujeres. Alrededor del 90% del cáncer de páncreas se diagnostica en estadios avanzados, en los que las opciones terapéuticas son limitadas.

Asimismo, en 2017, el número de pacientes nuevos diagnosticados de cáncer gástrico en España fue de 8.284. El número de fallecidos fue de 5.467 pacientes, siendo la sexta causa de muerte por cáncer en adultos. Como ocurre con el cáncer pancreático, menos del 10% de los diagnósticos del cáncer gástrico son precoces. Se suele diagnosticar en estadios medios y avanzados, en los que ya no se puede realizar tratamiento endoscópico sino tratamientos quirúrgicos u oncológicos.

"El cribado poblacional no está recomendado ya que el riesgo para la población general es bajo, pero sí lo está en la denominada población de alto riesgo, un grupo heterogéneo muy seleccionado de pacientes con mayores posibilidades de desarrollar este tipo de cáncer a lo largo de su vida", explica el doctor Enrique Pérez-Cuadrado Robles, miembro de la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD).

El tener familiares de primer grado afectos de esta enfermedad constituye el factor de riesgo más importante a la hora de incluir a una persona en el cribado. El cribado de cáncer pancrático se realiza mediante técnicas radiológicas (principalmente resonancia magnética) y endoscópicas (eco-endoscopia). Por otra parte, el cribado de cáncer de gástrico está todavía poco investigado. No se ha implementado de forma generalizada salvo en países con una alta incidencia, como Japón.