Las altas temperaturas que se alcanzan durante el periodo estival son un factor que debe ser tenido en cuenta sobre todo en pacientes sometidos a terapias farmacológicas prolongadas en el tiempo y en pacientes polimedicados, principalmente en los de edad avanzada, a los que se recomienda que acudan al médico para consultar sus dudas o si perciben algún síntoma extraño.

A nivel epidemiológico, los grupos de población a los que suelen afectar las situaciones de calor extremo son los ancianos, los lactantes, los niños, las personas con una afección crónica que siguen un tratamiento médico prolongado y las personas dependientes; el aislamiento social también aumenta su exposición al riesgo y su fragilidad. Destacable es la situación de los ancianos, pues resultan particularmente vulnerables a causa del deterioro de la capacidad de sentir la sed, de la disminución de su capacidad de termorregulación mediante la transpiración y del aislamiento personal que acompaña a quienes van cumpliendo años.

También las personas que sufren enfermedades mentales figuran entre los grupos de población más sensibles a la estación veraniega. Durante las olas de calor, la enfermedad mental es, por si misma, un factor que incide en el aumento de la mortalidad de estos pacientes, constituyendo un riesgo añadido el consumo de ciertos medicamentos (principalmente los neurolépticos, sales de litio y algunos antidepresivos) habituales en sus tratamientos.

Los enfermos que padecen patologías cardiovasculares pueden, asimismo, desestabilizarse en caso de deshidratación o de condiciones de calor extremas, por lo que merecen una atención especial. Las personas con enfermedades endocrinas y metabólicas, incluso las tratadas de manera adecuada, son igualmente susceptibles de desestabilizarse en caso de deshidratación. Quienes sufren una patología uronefrológica, presentan un alto riesgo de aparición de patologías como las infecciones urinarias o el cólico nefrítico, que se encuentran asociadas a la deshidratación y conviene que se les preste atención especial.

Cuando se produce una ola de calor, el consumo de algunos medicamentos puede agravar los problemas asociados a una posible deshidratación o a un golpe de calor. Los expertos han señalado que dentro de este grupo de fármacos se encuentran los que provocan alteraciones en la hidratación y/o trastornos electrolíticos, los que pueden afectar a la función renal y los que pueden alterar la termorregulación central o periférica. Esta indicación no implica que pueda reducirse o interrumpirse el tratamiento pautado sin que lo determine el médico, pues es el único capaz de evaluar la necesidad del fármaco, el estado de hidratación del paciente y realizar un seguimiento periódico de su evolución.

No se ha establecido una relación causal entre el consumo de medicamentos y la aparición de un golpe de calor asociado al incremento de la temperatura ambiental. No obstante, algunos medicamentos interaccionan con los mecanismos adaptativos del organismo en caso de temperatura exterior elevada y pueden contribuir al empeoramiento de estados patológicos graves inducidos por una muy larga o muy intensa exposición al calor.

Además, no podemos olvidar que algunos fármacos son fotosensibilizantes y producen ciertas reacciones fototóxicas y/o fotoalérgicas (como quemaduras, eccemas o picores) que generan una gran incomodidad a quienes las padecen y deben ser tratadas por el médico. Los medicamentos que producen con mayor frecuencia este tipo de reacciones son los antiinflamatorios (como el ibuprofeno), los antibióticos, los anticonceptivos orales, los antihipertensivos, los hipolipemiantes, los protectores gástricos, los antihistamínicos, los antidepresivos y algunos psicofármacos. Es importante evitar el contacto directo con el sol cuando se están tomando estos medicamentos y acudir a la consulta médica si se presenta algún tipo de reacción fotosensibilizadora.

Es importante recordar que la adaptación de un tratamiento establecido debe ser considerada por el médico en cada caso. Cualquier disminución de la posología, modificación o suspensión de un medicamento debe ser realizada por el facultativo, ya que es el único capacitado para ello y ha de tener en cuenta múltiples factores.

No podemos olvidar que deben seguirse las consignas habituales de protección para la población en general cuando las temperaturas son elevadas: limitar el esfuerzo físico, utilizar protectores solares de alto factor incluso para pasear, prestar una atención especial a la vestimenta optando por colores claros y texturas frescas y naturales, evitar la exposición excesiva al sol (especialmente durante el periodo en que la radiación es más potente) y mantenerse frescos e hidratados.