El 30% de las fumadoras continúan fumando durante el embarazo. Muchas mujeres tienen la falsa idea de que reducir el consumo de tabaco basta para evitar dañar al feto. Sin embargo, no es así ya que los efectos nocivos para el feto se dan también cuando la embarazada es una fumadora pasiva. Estas son algunas de las evidencias científicas recogidas en el editorial Prevención del Tabaquismo de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).

"A pesar de la evidencia sobre los daños asociados al tabaquismo pasivo, existen aún falsas creencias que llevan a muchos padres y convivientes con niños a infravalorar los riesgos, por ello el consejo de los profesionales sanitarios de la esfera de la salud infantil puede ser fundamental para el cambio de conducta de los fumadores que rodean al niño", explica la autora del texto, la doctora Eva Belén de Higes Martínez, neumóloga de la Unidad de Neumología del Hospital Universitario Fundación Alcorcón, de Madrid y miembro de la Separ.

En 2016, el tabaquismo pasivo causó 900.000 muertes prematuras en el mundo y 1.000 muertes en España en 2011. "El 28% de la mortalidad y el 61% de la morbilidad asociada a tabaquismo pasivo se produjo en niños", advierte la especialista en el editorial. Además, el tabaquismo pasivo tiene efecto nocivos tanto prenatales como postnatales.

Los fetos de madres que fuman durante el embarazo tienen niveles de exposición iguales a los de un fumador activo. La exposición al humo del tabaco les perjudica y produce efectos prenatales como el aumento de riesgo de aborto y muerte perinatal, prematuridad, bajo peso al nacer, malformaciones congénitas y defectos de desarrollo neurológico.

Asimismo, los hijos de madres fumadoras triplican el riesgo de muerte súbita del lactante y este riesgo también se incrementa con la exposición tras el nacimiento. Asimismo, se ha demostrado que existe una relación causal entre el humo del tabaco y el aumento de la aparición de síntomas respiratorios, infecciones respiratorias, otitis media de repetición, así como mayor riesgo de desarrollar asma, caries, enfermedades cardiovasculares en el futuro y una pérdida de la función renal. Estos efectos son más frecuentes en los primeros años de vida, cuando el niño pasa más tiempo en casa, y más importantes cuando fuman ambos padres o la madre más que el padre.

Muchos fumadores creen que las restricciones del consumo de tabaco en el hogar, como fumar cuando los niños no están en casa, limitar los espacios donde fumar o hacerlo en lugares más ventilados pueden evitar los riesgos del tabaquismo pasivo en sus hijos.

Sin embargo, estudios realizados en EEUU han detectado niveles de cotinina (producto de transformación de la nicotina en el organismo) en sangre de niños expuestos al humo del tabaco en sus hogares 20 veces superiores a los de los niños no expuestos. También se ha visto que los niveles de cotinina en la orina son inferiores en niños no expuestos en sus hogares, frente a aquellos de domicilios donde se fuma con estas estrategias de restricciones.